Sergio Ureta
Escritor, investigador científico, Médico cirujano-ginecólogo.
Autor de los libros «La inteligencia humana”, «Teoría sobre una deidad Suprema», entre otros.

En la naturaleza existen animales que constituyen familias estables, como el lobo gris, la nutria gigante, el chacal, el castor y algunas aves como el pingüino, el cóndor, la lechuza y el buitre negro, entre otros; sin embargo, esa característica no es una condición relevante en la naturaleza. Es más. No parece una cualidad evolutiva porque no se aprecia en primates, con excepción del gibón, un simio menor del sudeste asiático, el cual es el único ejemplar que establece familia con pareja de padres y sus hijos en forma independiente. Tampoco ocurre en primates más evolucionados como el gorila, orangután y el chimpancé, este último considerado el más cercano al ser humano actual, porque compartimos el 96% del genoma. Por lo tanto, sólo nos diferenciamos en apenas un 4% de nuestro material genético.
De acuerdo con estudios antropológicos, la estructura de familia tampoco se observa en homínidos hasta el Neandertal, ya que formaban lo que se denomina “tribus”, es decir, grupos de alrededor de 30 personas que se distribuían en las diversas funciones de la colectividad. Por ejemplo, los varones mayores salían a cazar, enseñando este oficio a los adolescentes, y las mujeres se dedicaban a la recolección de vegetales y al cuidado de los niños, pero no constituían una familia en que los padres se encargaran de los propios hijos, sino que era una acción grupal. Sin embargo, en algún instante el Homo sapiens estableció la familia como la interpretamos ahora, y aunque no hay registros exactos de cuándo ocurrió, podría aventurarse una teoría como la que expreso al final del texto. Para esto es necesario un antecedente. Todas las hembras de la fauna mamífera terrestre tienen lo que se denomina período de estro (celo), donde se produce el apareamiento con fines reproductivos, que es la esencia de la naturaleza para preservar la especie. El período del estro se caracteriza por ser estacional, distinto a la ovulación que es rítmica y regular, tal como ocurre en la hembra de Cromañón y la mujer actual.
Para validar la teoría femenina de la instauración de la familia, mencionaré el caso especial que constituye nuestro más cercano pariente genético: el chimpancé pigmeo (Pan paniscus) denominado vulgarmente Bonobo. Este chimpancé manifiesta una curiosidad no apreciada en el resto de la fauna, lo cual se traduce en los únicos que tienen actividad sexual más allá de los propósitos reproductivos. En ellos es posible observar una alta promiscuidad, pero este acto no ocurre entre madre e hijo, como en el resto de las especies en período de estro. Las hembras lo realizan, tanto para obtener beneficios de cuidado personal como para la obtención de alimentos por parte del macho.

El que piensa y razona
El Cromañón es considerado Homo sapiens sapiens (doble sapiens) porque piensa y razona, lo cual le da la condición de crear desde la nada. Los anteriores sapiens (Homo erectus y el Neandertal) sólo construyeron herramientas elementales para su sobrevivencia. Del Homo sapiens sapiens se describen tres especies, las dos primeras se extinguieron, pero la última, en una tercera migración desde el sur de África, se enfrentó a la catástrofe provocada por el volcán Toba de Sumatra hace 70.000 años. En la actualidad, este hito volcánico dio vida al lago de su mismo nombre, (que mide 300 km de largo por 100 km de ancho lo cual explicaría el tamaño de la erupción). El fenómeno cubrió a toda la atmósfera de cenizas por muchos años, especialmente en África, bajando la temperatura a un promedio de 5° Celsius, causando la extinción de gran parte de la flora y fauna.
Este Cromañón debió sobrevivir a esta tremenda inclemencia, bajando a un nivel histórico de individuos, casi al borde de la extinción, algo que no sucedió porque la cantidad de individuos fue lentamente en aumento. De esta tercera migración deriva toda la población humana actual. Antes de crear civilización, no manifestaba mayores diferencias que el resto de los homínidos en su comportamiento, formaba tribus que se iban independizando; así lo demuestran los registros fósiles que detectaron grupos cercanos a 30 individuos y sus hijos son parte de la comunidad, tal como se aprecia en los Bonobos. Y según estos mismos registros, ya surgen los “hogares” de familia a contar de los 15.000 y 20.000 años. La palabra “hogar” viene de hoguera, porque comenzaron a surgir vestigios de fuego en torno a grupos muy pequeños, diferente a las creadas por las tribus. Como mencioné, la hembra de Bonobos es la única que mantiene actividad sexual como actividad distinta al proceso de reproducción, sino también por placer y, además, con el propósito de mantener al macho a su lado para que le provea alimento. Entonces, la “mujer humana” y la hembra de Bonobos, son las únicas que permiten actividad sexual fuera de su período de estro y ovulación. Con estos antecedentes es posible presumir que la hembra Cromañón ancestral pudo utilizar este mismo mecanismo sexual, en tiempo distinto a su ovulación, para mantener al macho con los mismos propósitos de la hembra bonobo, es decir, conseguir protección y alimento para ella y sus hijos. Con lo anterior empuja al macho (hombre) a mejorar la enseñanza a los hijos, para así permitirles las condiciones óptimas para enfrentar la vida lo que, sin duda, esta nueva estructura de familia permitió el desarrollo de la civilización.*

*Extracto del Libro “Inteligencia Humana” del mismo autor.

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