Por Boris Gálvez Llantén
Director Pranakine www.pranakine.cl

La visión se define como la acción y efecto de ver dada por el sistema visual, vale decir, gracias a células sensibles llamadas conos y bastones. Este sistema visual es parte del sistema sensorial que también está integrado por el sistema nervioso dando una respuesta interna. Así, la realidad externa es percibida por nuestros ojos creando una idea de cómo es el mundo y la vida, y es como masivamente se reconoce.
No obstante, la visión no es sólo externa, también tenemos visiones internas.
Esta “visión interna” es el llamado de nuestra alma a recordar los propósitos y argumentos del viaje terrenal.

Muchas veces dichas visiones internas no son expresadas ya que se encuentran reprimidas por lo que hemos vivido, lo que nos han dicho que es la vida o la realidad, por la vida cotidiana, etc.

Pero el llamado interno es el que nos hace ver quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos, de tal manera, que te darás cuenta que la visión interior es fundamental para unificar nuestra verdadera naturaleza como seres humanos. Dicha información es parte de los códigos de nuestra verdadera humanidad y nos conecta con nuestra finalidad en la Tierra.
¿Cómo reconocerlas? Muchas son dadas como metáforas, simbologías, imágenes, percepciones, intuiciones, lo cual se pueden transformar en una llave para entrar a un proceso o entendimiento ¡trascendental! Dichas visiones pueden venir en tus sueños, meditaciones, ceremonias, experiencias de deprivaciones sensoriales, etc. Debido a esto es que la visión pasa a ser algo más allá del significado común que manejamos. Pasa a ser la puerta hacia el mundo espiritual, hacia la profundidad de tu mente, tu alma, tu cuerpo, del ser.
Dentro del camino de la consciencia, es vital poder atender a dichas visiones, es decir preguntarnos cuál es la finalidad de tenerlas en nuestra vida presente. Dicho proceso nos permite generar consciencia y elocuencia dentro de la existencia.

Muchas veces nuestra vida se llena de visiones, generando un movimiento muy fuerte en nuestro mundo interior, sino somos capaces de sostener dichas visiones, nuestra psiquis puede alterarse y generar una “condición mental”. Dicha condición es inexplicable por la medicina alópata, que etiqueta de patologías y los correspondientes medicamentos, los cuales dificultarán la expresión de la visión.
Esto nos lleva a pensar que todos, como seres humanos, en algún momento de nuestras vidas sentiremos, oleremos, veremos, tocaremos, nuestras visiones internas. Éstas están ahí ocultas como la parte que no se ve de un icerbeg y al salir a la luz, nos rebela una oportunidad cósmica de conexión y de apertura hacia nuestra verdadera identidad y vida.
Si las visiones son fuertes e incontrolables, la presencia de un machi, curandero o chamán serán vitales para dicho proceso. El médico ancestral conoce la jerga del inconsciente, el mundo espiritual y es capaz de manejarlo y modularlo. Debido a esto es importante no perder el rumbo de nuestras vidas y considerar la visión con algo real y trascendental.
Mientras más visiones recopilemos e integremos, nuestro mundo interior estará más tranquilo y expansivo cumpliendo los propósitos que tenemos como seres vivos. Nuestra naturaleza llegará cada vez más a su génesis, entrando al presente y a la red infinita que nos teje.

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