Sergio Ureta
Escritor – investigador científico
Médico cirujano-ginecólogo
Autor de los libros “El ser humano una secuela del Big Bang”, “Inteligencia humana”, “Astrología, una verdad basada en la evidencia”

La historia de la humanidad nos cuenta de muchas pandemias que han ocurrido. Antiguamente se catalogaban como “pestes”, las cuales provocaron una mortandad de miles y miles de seres humanos.
Ahora se sabe, que estas infecciones masivas son provocadas por bacterias en algunos casos y en otros, por entes más minúsculos, los virus.
En el caso de estos últimos, se trata de unos muy especiales que tienen la propiedad de burlar el sistema inmunológico de los seres humanos que, dicho sea de paso, es un sistema muy perfecto, porque nos defiende ¡de la mayoría de los virus!, que son millones de variantes.
En la antigüedad se decía que estos desastres en salud eran atribuibles a castigos divinos que, por cierto, los ateos nunca acogieron y los agnósticos han esperado que sea la ciencia la que en el futuro desarrolle una explicación.
Así se ha ido demostrando en la actualidad, que estas microscópicas bacterias y los submicroscópicos virus, en su mayoría son benignos para el ser humano, sin embargo, hay algunos patógenos que logran invadir el organismo humano y lo destruyen en su propio beneficio.
La ciencia ha creado antibióticos para las bacterias y vacunas para los virus, sin embargo, estos microbios y estas partículas virales (no son seres vivos como las bacterias), tiene la propiedad de modificar su genoma haciéndose resistentes a ambos.

Escena de la peste negra en Marsella. Heinrich III Erndel.


El ser humano está “condenado” a enfrentar a estos pequeños seres en cada instante de la vida, los cuales entran al organismo por millones al respirar, comer o por el simple contacto con el resto de la fauna. Se estima, por lo demás, que estos virus están presentes en el planeta hace 3.800 millones de años.
Los virus son partículas de ácido nucleico, envuelto en una cápsula, por lo que debe invadir una célula para poder duplicarse. Se desconoce cómo se originaron y la ciencia está demostrando que mientras más se avanza en tratar de eliminarlos, forman cada vez más sistemas de patogenicidad. Un ejemplo claro es cuando se descubrió la penicilina, la cual prácticamente eliminaba todo tipo de bacteria, sin embargo, por su uso indiscriminado, la gran mayoría de las bacterias desarrollaron resistencia; cualidad que se ha apreciado con más frecuencia con cada antibiótico nuevo que se fabrica.
Eso es lo científico actual, sin embargo, si revisamos la historia antropológica y nos situamos hace apenas 50.000 años, en que se apreciaba una muy diversa flora y fauna, existían dos mamíferos inteligentes: el Homo neandertalensis (denominado también como Neandertal) y Cromañón.
El último fósil de un Neandertal fue hallado en España, y data de hace 27 mil años, por lo que permaneció solo Cromañón, que es la clase homínida de la cual deriva la población mundial actual. Hasta esa fecha, tanto Cromañones, como Neandertales convivían entre África, Europa y Asia; tenían la particularidad de respetar la Naturaleza, lo pongo con mayúscula, para resaltar que ésta, desde siempre se ha encargado de permitir la creación de entes cada vez más desarrollados y mejor adaptados.
Es preciso señalar que desde que Cromañon comienza a invadir el planeta, ha causado la extinción de miles de especies, ha causado un gran desequilibrio en la naturaleza, de lo cual sosmos testigos por el cambio climático, incendios forestales, la huella de CO2 (carbono) que está provocando un desastroso efecto invernadero, la crisis hídrica, las caóticas erosiones, la deforestación secundaria a las grandes construcciones, se han secado humedales, hay sobrepoblación del planeta, etc. Y la mayoría de las pandemias anteriores, han sido, de alguna forma, consecuencia de los desequilibrios mencionados.
Hasta hace 10.000 años atrás, la humanidad respetaba esta Naturaleza. Con la creación de las primeras civilizaciones, comienza a privilegiarse el individualismo, la tónica actual, en especial de los grupos de poder que desde esas primeras civilizaciones, están provocando una destrucción permanente del ecosistema.
Por fortuna (humana) todas las pestes causadas por bacterias, ya no volverían a presentarse, porque son muy conocidas y se pueden elaborar antibióticos, aunque sigan apareciendo bacterias multirresistentes, la ciencia tiene las herramientas para controlarlas.
Pero los virus son distintos, no existen antibióticos para eliminarlos. Y mientras más se destruya el ecosistema, más proclive estaremos a las pandemias con virus mutantes, y cada vez más letales.
Este covid-19 está diezmando a la población humana, que en la actualidad ha provocado más de 200.000 muertes en el mundo, un valor dado a fines de abril por la OMS y que no hay duda que será ampliamente superado en el tiempo, porque no se vislumbra un corte en su propagación.
Este virus detuvo al planeta y habrá que reflexionar ¿por qué ocurrió y por qué en este momento?
Se podrían inventar múltiples argumentos, aunque, lo evidente es que nos obligó a aislarnos, a preocuparnos de nosotros mismos y de los más cercanos, a ser menos egoístas, menos egocéntricos y se podrían agregar todos los egos que el ser humano manifiesta. Este ente submicroscópico, nos vino a recordar que somos tremendamente vulnerables…
Sin duda, a la gran mayoría de personas nos hizo abrir nuestras conciencias, porque este virus, en estos tiempos de supremacía humana, un ente no vivo, nos demostró que nos puede matar con mucha facilidad. Entonces, según mi humilde versión, creo que la verdadera reflexión debiera ser: escuchemos el llamado de la Naturaleza y aprendamos a respetarla. De otro modo, este planeta volverá a ser como en sus inicios, el de hace 3.800 millones de años, con la sola presencia de virus y bacterias.

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