Desde Virginia, U.S.A
Por Julio Henríquez Munita
Escritor, profesor de español

Una lectura posible de esta película estrenada hace algunos años y que sin embargo, queda en la retina para revisarla podría realizarse a partir de la tercera ley de Newton: acción y reacción (o si lo prefieren: causa y efecto). Nuestro protagonista, un músico llamado Llewyn Davis, procura abrirse paso en el mundo de la música folk en el Greenwich Village de Nueva York de principios de los sesenta. No obstante, para intentar alcanzar esa meta, toma decisiones cuyas consecuencias lo golpean una y otra vez: en el rostro, en el cuerpo, pero principalmente en el alma. La vida le da al músico múltiples oportunidades que él va desechando conscientemente, hasta que los efectos de Newton le explotan en la cara, noqueándolo literalmente. Davis tiene talento, quizás tanto o más que los músicos que conforman su ecosistema, pero es soberbio y le falta carisma, empatía y amor hacia su público, colegas, amigos y desconocidos que constantemente le dan una mano. Quizás es su forma de reaccionar ante la muerte de su compañero de música, con quien conformaba un promisorio dúo, y cuya partida lo dejó a la deriva, sin poder reinventarse como solista ni tampoco reconstruirse como persona.

Llewyn Davis ama su música, cómo no notarlo, pero es un sujeto fragmentado, cansado y a punto de darse por vencido. Sin embargo, hay tres momentos vitales a lo largo del largometraje en los cuales el protagonista pudo haber cambiado su destino. Quizás igual no hubiera triunfado en la música folk, pero habría sanado su alma. Uno de ellos es el gato que abandona en un auto camino a Chicago y que probablemente es el mismo que luego atropella en la carretera de vuelta a New York, dejándolo escapar herido y a merced de una muerte segura. En ese ser tan frágil y pequeño había una salida al laberinto de Davis… Soy de los que creen que la vida está llena de señales que nos orientan en nuestra propia confusión interna, pero éstas no aparecen en grandes letreros. Surgen como consecuencia de pequeños nobles actos diarios, desconocidos y anónimos, los que abren grandes avenidas para el triunfo del ser humano, una victoria, por cierto, sobre sí mismo, que a fin de cuenta es la única que importa.

Inside Llewyn Davis
(Inside Llewyn Davis: Balada de un hombre común)
Dirección: Ethan Coen & Joel Coen. Estados Unidos, 2013

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