Por Valeria Solís T.
Terapeuta energética Adaba, escritora, periodista
Directora de revista y microeditorial Mirada Maga

Primero se llevaron a los judíos, pero como yo no era judío, no me importó.
Después se llevaron a los comunistas, pero como yo no era comunista, tampoco me importó. Luego se llevaron a los obreros, pero como yo no era obrero tampoco me importó. Más tarde se llevaron a los intelectuales, pero como yo no era intelectual, tampoco me importó. Después siguieron con los curas, pero como yo no era cura, tampoco me importó.
Ahora vienen a por mí, pero ya es demasiado tarde.

Bertolt Brecht, poeta y dramaturgo alemán (1898-1956)

Desde los años ´80, cuando leí por primera vez esas frases de Brecht, y yo era una adolescente en un Chile con dictadura militar y estudiaba en un colegio de monjas, siempre pensé y tuve la claridad de que a la vida se venía ser valiente. Con los años eso sí, las dimensiones de la valentía fueron cambiando, al principio desde la radicalidad de ser jugada por los otros aunque fuera a costa mía…hasta llegar al hoy, donde comprendo que uno sólo da lo que puede dar.
No es fácil asimilar esto, sobre todo en una sociedad que pone tantas fichas a las apariencias y es tan poco honesta consigo misma, porque no basta con gritar a los cuatro vientos y demostrar que es importante ayudar a los que sufren, si no se tiene la más sencilla coherencia en su vida cotidiana. Es decir, considerando que cada uno de nosotros tiene el legitimo derecho a equivocarse (porque todos, todos estamos aprendiendo a tomar el peso de lo que es estar vivo), también es importante dar ese paso que marca la diferencia con la inercia, con la falta de empatía, con la falta de generosidad. Y todo esto se me viene a colación por los temas medioambientales y sociales que hemos vivido los últimos años, donde cada vez tenemos más información del daño que, por costumbre o ignorancia, hemos hecho a la Tierra (la que nos dio la vida y nos alimenta, así de corto) y no todos han dimensionado lo clave del cambio individual, personal, sin tener que centrarse en exigírselo al del al lado, porque sí, es poco probable que yo sola cambie el desastre ambiental, pero si yo tomo conciencia y busco la manera de revertir eso en mi vida cotidiana y mi amigo o amiga, mi vecino o vecina también hace lo mismo, indiscutiblemente algo cambiará, porque no tengo que esperar, ¡no es necesario!, el momento en que me sienta tan amenazada y asustada para hacer mi aporte.
Si nadie más lo que quiere hacer, es una lástima, grande, sin duda, pero si me concentro en todo lo que yo pueda hacer, es harto trabajo por delante, no sólo es cambiar la lógica de lo que consumo, sino que además es honrar la tierra, plantar árboles, plantar flores, juntar agua de la lluvia, transformar hábitos alimenticios, concretar el huerto que tengo pendiente e informar, nunca dejar de informar. Ahora, desde dónde hacer el cambio, desde el cariño, siempre desde el cariño, la conciencia siempre se despliega desde el amor, nunca desde la rigidez ni del estrés, porque eso nace del miedo, del pavor, de la necesidad, desde la carencia.

¡Buen Junio magos y magas!

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