Por Valeria Solís T.
Directora de Mirada Maga
*Esta entrevista se realizó en 2015.

Entrar a su departamendo cerca del Parque Forestal, es entrar a una galería de arte, a un mundo espiritual, de reflexión, cotidianidad, juego; es una experiencia. Conocido por esculturas de cabezas de grandes formatos, por registros o citas a lo ancestrológico de todos los continentes, por recordarnos culturas extintas o ser parte de una memoria colectiva, o por pinturas llenas de colores y estilo personal, Hugo Marín Vivanco con sus 85 años (marzo, 1930), es un artista vigente, pleno, inquieto y profundamente conectado con algo así como lo divino.

Me acerque a él, aprovechando la retrospectiva que se realiza en el Centro Cultural Las Condes sobre parte de su obra (estará hasta el 4 de octubre), pensé en conversar de pinceles, arcilla, formas, trementina, y encontré algo más profundo y conmovedor, su experiencia con su maestro Maharishi Mahesh, guía espiritual indio que por los años 60 se hizo mundialmente conocido por Los Beatles, y que Hugo Marín conoció y aprendió de la meditación trascendental que daba a conocer (profundizó en Suiza) tras las visitas que el maestro hindú realizó a Chile, y tras lo cual también se formó como profesor de dicha práctica de silencio y conección.

Un poco de historia
Las reseñas sobre su obra suelen hacer referencias a que el trabajo de este pintor y escultor que se formó en la escuela de Artes Aplicadas, y que fuera becado para perfeccionarse en París y Roma (década del ´50), estaría ligado a la meditación y a la metafísica. En efecto si uno escudriña se ve un lenguaje que reivindica los saberes ocultos de los ancestros amerindios, europeos, los lugares sagrados, los símbolos repetidos en uno y otro lugar del planeta, que hablan de un todo conectado, que este artista mira y registra incansablemente. Su obra (especializada también en la técnica del esmalte que tradicionalmente se vinculó a la artesanía), ha sido conocida y valorada en Francia, Suiza, Bélgica, Estados Unidos, Perú, Suecia, Ecuador, entre otros.

Al preguntarle al maestro Hugo Marín, ¿por qué tantas cabezas creadas?, me respondió con una cálida ironía: «¿y por qué no?». «Algo debe buscar», le insistí. Guardó silencio y me dijo: los ojos, busco las miradas…

Usted hizo una muestra en el MNBA el año 2010, y una de las cosas que me llamó la atención de su obra, es la presencia de un elemento lúdico, rescatar lo antropológico pero con ironía, juego, ¿estoy muy alejada de la propuesta?

-Me parece muy bien, porque precisamente en la cultura lo que hay es el juego, y el juego a nivel profundo es precisamente que el yo mismo se hace dualidad, el yo profundo, el eterno que es inmanifiesto que pueda manifestarse. Y esa vibración del yo creador es el juego también. Y eso lo recibí por el conocimiento védico (los vedas: libros sagrados hindúes) de mi maestro Maharishi.

Cómo surge en usted el interés por buscar respuestas y generar nuevas preguntas de la existencia y del mundo espiritual

-Todo es espiritual. Muchas veces lo espiritual tiene asociaciones extrañas vinculadas con lo religioso, pero lo espiritual es mente también. A nivel más profundo es el espíritu lo que llamaríamos el Ser.

¿Siempre sintió que había algo más allá de la realidad material?

-Lo recibí desde muy niño, y, por ejemplo mi papá me lo confirmaba de alguna manera, él se dio cuenta que yo tenía esa tendencia hacia lo espiritual y me enseñó jugando. Recuerdo que como a los tres años, me enseñó la parte litúrgica de la magia y religiosidad (risas), resulta que yo me había quedado muy impresionado con la belleza de un altar que ví, con las flores, con una virgen y la adoración que había a la virgen y jugamos a hacer una liturgia.

Y su padre estaba vinculado con algo espiritual o algo artístico

-Con la masonería, y la masonería tenía esa dimensión. A mi padre le interesaba mucho la parte religiosa y se acercaba a la Iglesia Católica y también la parte Quáquera, es decir, los catequistas norteamericanos, que influían mucho en el norte de chile, en Iquique y otras partes.

¿Cómo conoció a Maharishi?

-Fue una sincronicidad, porque vi que había llegado a Chile Maharishi y un amigo me dijo «vamos a verlo», y fuimos, me acerqué y me dio un mantra, es decir, una vibración con un significado, y además me explicó, en términoss generales, lo que significaba, y lo recibí y lo empecé a practicar. Después como a los dos meses dejé de practicarlo, pero Maharishi volvió a Chile, y fui de nuevo a verlo para confirmar cosas…, y desde ahí seguí con la meditación trascendental.

¿Cuál es la diferencia entre la meditación trascendental y otro tipo de meditaciones?

-Mira, la palabra me la explicó Maharishi, él había escuchado la palabra meditación en sáncrito y en inglés, pero él encontraba que se llevaba a un error, porque, de alguna manera, la palabra meditar se entiende como «pensar activamente sobre algún concepto», y eso es muy diferente a lo que significa meditación «disminuir la actividad mental y poder llegar más allá del intelecto». Lo más interesante de esta práctica de meditación es que cuando vas a ese nivel, llegas a algo más esencial, y que tiene que ver con el campo unificado como lo han llamado la física cuántica, entonces se provoca un proceso entre el observador y lo observado, que transmite esa Nada, que en realidad es el Todo. Y cuando sales de ese estado, que ¡es único!, comienza la dualidad.

El estado de pura quietud y de silencio es la plenitud misma, y la plenitud es ilimitada, o sea, llegas a un estado más allá de los límites del pensamiento. Sin embargo, al tener esa experiencia (de quietud plena) cada vez se comienza a reflejar más en tu realidad, y eso es entrar a otro estado de conciencia.

¿Qué es lo que rescata en las culturas ancestrales?

-Yo creo participar de un conocimiento que es muy simple, que está en todo, está en la cocina, en saber cocinar, en contar, decir, cantar; esa vibración es lo que refleja el estado de interiorización, entonces yo viniendo de un país, donde culturalmente tiene un mestizaje que yo lo tengo también entonces lo voy reconociendo, en el idioma mapuche por ejemplo, hay un conocimiento que se traspasa en la medicina y también en el arte escultórico que es muy primario en un plano, pero es muy profundo en otro, sobre todo cuando vas viendo obras hechas con esa vibración y energía individualizada, eso se ve, se nota y llega.

Está el kultrún que uno podría decir que es un instrumento de percusión con figuras muy simples, pero con una profundidad mucho mayor de lo que se ve y se entiende.

-Hay una vibración y una simbología que está también en la India o en otras culturas, por ejemplo, vemos la cruz que es un signo «más», y eso es «más vida», y no tiene que ver ni se trata del cristianismo, golpeado ni sufrido, pero se ha ido transformando de a poco también, ya que han acogido otras maneras de expresarse como la de los evangélicos que danzan y cantan.

Usted hace pinturas y esculturas ¿qué se dio primero? 

-Para mí cuando se habla de esculpir es una dimensión que no es tan real en mi caso, porque la figura se hace con las manos, y no se sacan pedazos de la piedra. En América esto se hizo por las mujeres, y se tradujo en las cerámicas. El arte siempre está reflejando algo más profundo y cuando eso es genuino, eso está (lo profundo), pero cuando se pierde, empieza a hacerse como una cosa cualquiera, y no tiene la energía esencial y eso también se nota; se nota que el objeto es fabricado (no creado) y está hecho sin alma, no hay alma en el objeto.

En el ámbito artístico, puedo entender que su camino creativo fue bien personal e individual, y no respondía a las corrientes creativas que desarrollaba otro grupo de artistas, tendencia como la geometría, lo abstracto, y usted buscaba rescatar el imaginario cultural.

-Creo que eso no está basado en la búsqueda, sino en el encuentro, es un azar objetivo. A mí se me dio. Fue un regalo, fue como si hubiera levantado mi brazo y me hubiera llegado esa energía, que se llama «la gracia».

Qué significa para usted que se realicen estas retrospectivas de su trabajo que permiten, de alguna manera, que las nuevas generaciones conozcan su obra

-Creo que estas generaciones han puesto mucho más énfasis en la parte científica, y la parte del arte quiere competir con la parte científica, pero eso no se puede, porque la ciencia y la tecnología van avanzando muy rápido.  Yo hago mis clases, y cuando tienen interés en ver el arte que hago, mi casa está abierta, y puedo recibir o hablar con las personas.

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