Por Boris Gálvez Llantén
Kinesiólogo, escritor, especialista en chamanismo
director Instituto Prana Kine, Viña del Mar/ www.pranakine.cl

Hace muchos años que la práctica mental ha sido considerada dentro de la vida humana. En nuestros primeros años de vida, nuestra percepción y capacidad imaginativa se potencia y extiende al 100%, sin embargo, pero con el paso de los años, la cultura, familia y sociedad parecieran influir considerablemente dentro de nuestra vida, diría el sicomago chileno Alejandro Jodorowsky (2007)
No obstante, en los últimos años investigadores y científicos le han prestado más atención a esta cualidad humana y han incorporado esta experiencia sensorial y creativa para sus estudios. Así, las investigaciones revelan que la función y estructura del cerebro humano adulto sí tiene la posibilidad de cambiar y eso se logra por medio de la experiencia. Debido a esta información, la imaginería ha sido un pilar trascendental para la práctica clínica, tanto es así lo que afecta que solo con el poder de la intención e imaginación de alcanzar un objetivo determinado en la vida, la persona ha de expulsar una interesante energía al universo neuronal dentro de nuestro cerebro.
Uno de los elementos claves para comprender esto es que el cerebro no sabe diferenciar si lo que hacemos es un hecho real o una imaginación. Es decir, , no sabría, por ejemplo, distinguir si estamos jugando un partido de tenis o si lo estamos imaginando.
Gracias a estos estudios se ha demostrado que la imaginación activa regiones del cerebro importantes para nuestro desempeño motor, entre estas áreas encontramos: el área motora suplementaria, corteza premotora, la corteza motora primaria, ganglios basales y el cerebelo (Britta Lorey y cols 2011). Para comprobar dicha hipótesis se ha observado cómo personas amputadas con sólo imaginar movimientos en su extremidad alterada, causaba cambios en el flujo sanguíneo en diversas áreas motoras del cerebro (William S. Anderson y cols, 2011). Por otro lado, se ha demostrado que el poner atención a un dolor corporal e imaginar que no existe, se activarían diversos circuitos neuronales, disminuyendo así la sensación de dicho malestar. (Bolchini Adriana, 2000).
El trabajo previo ha demostrado que el ensayo mental se ha convertido en una importante técnica aplicada a la sicología del deporte y el ejercicio, tanto para los atletas y pacientes, mejorando considerablemente su función y actitud (Cox Richard, 2009).
Imaginar antes de hacer…,pensar y programar antes de accionar, un misterio que la propia realidad interna nos rebela.

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