Por Daniel Plaza
Kinesiólogo integrativo
Co-Director Instituto Prana Kine
Especializado en Nutrición Integrativa & Salud Natural

Pocos saben de los llamados disruptores endocrinos. Estos son químicos que alteran el funcionamiento de nuestras glándulas endocrinas y de las hormonas producidas por ellas, aumentando o disminuyendo su producción hormonal, transformando una hormona en otra o interfiriendo con su correcto funcionamiento.
De esta forma, a través del contacto cotidiano con diversas sustancias que son producto de la globalización e industrialización masiva, nos vemos enfrentados a una cruda realidad que no todos ven, pero que si o si a muchos les afecta.
Estos disruptores se encuentran lamentablemente en productos que usamos cotidianamente como ropa, plásticos, utensilios de cocina, equipamientos médicos, automotrices, etc. Y que son utilizados debido a que muchos de ellos poseen propiedades fisicoquímicas que los hacen ser más resistentes a ciertas presiones, temperaturas, más flexibles, elásticos o simplemente para que el frío o calor no los afecte de manera tan directa. Algunos han sido creados por el hombre para ser utilizados en forma de pesticidas y herbicidas en la agricultura comercial o incluso, son parte de las cápsulas que recubren muchos de los medicamentos que se consumen en el día a día de muchas personas.
Por lo tanto, estas sustancias tienen muchas formas de ingresar a nuestro organismo: a través de la alimentación, a través del contacto con la piel, o de forma inhalatoria a través de gases y partículas en el aire. Una vez dentro del cuerpo, pueden alojarse por mucho tiempo y desencadenar problemas silenciosos e incluso, en el caso de las mujeres, podrían ser transmitidos al feto o al lactante a través de la lactancia materna.
Las autoridades medioambientales y sanitarias han permitido su uso en la población general, pero poco a poco se ha ido demostrando que son sustancias que se mantienen por largos periodos en nuestros sistemas fisiológicos y en el medio ambiente generando un ciclo de eventos que hace que se sigan manteniendo residuos tóxicos en el cuerpo.
Imagina una industria agrícola que fumiga con herbicidas altamente tóxicos sus pastizales y hortalizas, las cuales son posteriormente comidas por cierto tipo de ganado o bien, muchas de esas hortalizas llegan a tu casa con alto porcentaje de agrotóxicos y las consumes en forma de ensaladas u otras preparaciones (ahí la importancia de lavar bien frutas y verduras), y a su vez la carne que consumes también fue de un animal que se alimentó toda su vida de alimentos con residuos tóxicos (por lo general a las vacas no se les lava el pasto que comen, lo comen directamente con todo el agrotóxico puesto), entonces la carne que consumes tiene un alto índice de trazas de estas sustancias químicas que actúan como disruptores endocrinos.
A continuación te dejo una lista con los principales disruptores endocrinos que debes evitar el contacto.

BPA: Sustancia química presente principalmente en plásticos, la cual mimetiza la estructura de los estrógenos naturales, Evitar productos plásticos marcado con PC (policarbonato) o sellos de reciclaje marcados con #7. Trata de utilizar siempre recipientes de vidrio y evitar recalentar alimentos en el microondas en plástico.
Dioxinas: Se liberan en distintos tipos de producción industrial, particularmente en la de productos animales y en la de papel en procesos que utilizan cloro. Independiente de su origen, terminan alojándose en el tejido adiposo de éstos y luego pasan al nuestro.
Limitar el consumo de productos y subproductos de origen animal, o elegir las alternativas orgánicas, además de limitar el uso innecesario de papel blanco para evitar nueva producción es un buen paso. Es una de las toxinas que más problemas trae a los fetos y prácticamente no se elimina del cuerpo humano, se estima que todos tenemos una carga corporal de Dioxinas dentro, la cual determina también nuestra salud.
Atrazina: Es un herbicida artificial, por los que está presente en las frutas, verduras, granos y, por ende, en los animales que comemos. Si es posible, elegir alimentos que sean de producción orgánica. Consumir agua filtrada y evitar botellas plásticas.
Ftalatos: Están presentes en envases plásticos de todo tipo, esmalte de uñas, juguetes de niños, envases de PVC y en algunos productos cosméticos. Lo primero, si es evitable, no comprar productos nuevos, y segundo, siempre preferir productos o artículos de materiales nobles.
Perclorato: Es un tipo de herbicida y a su vez también utilizado en la fabricación de explosivos y combustibles, se encuentra, junto a otros compuestos, en gran cantidad en el norte de Chile y es extraído para ser usado como fertilizante natural. Suele están presente en el agua potable, por lo que se recomienda el uso de agua filtrada o purificada para limitar la exposición.
Mercurio: Uno de los metales más acumulados en el tejido adiposo humano debido a la alta exposición de combustión de carbono, vacunas, y alimentos contaminados como atún y salmón. Su acumulación excesiva genera alteraciones del metabolismo y del funcionamiento hepático, nervioso y renal.
PFCs: Estos compuestos perfluorados están presentes en utensilios y accesorios de cocina anti-adherentes y en telas impermeables y resistentes a las manchas que se usan en la ropa que compramos. Sugiero optar por implementos de acero o aluminio en nuestras casas y, en lo posible, preferir telas orgánicas.
Recuerda que prevenir es la mejor cura, debemos utilizar la tecnología a nuestro favor, y no en nuestra contra. La evidencia científica es clara, muchos de estos disruptores endocrinos incluso tienen participación en el desarrollo del cáncer. Generar el cambio está en manos de todos nosotros.

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