Boris Gálvez Llantén
Kinesiólogo integrativo
Co-Director Instituto Prana Kine www.pranakine.cl
Autor libro «Madre serpiente de la selva. Experiencias con ayahuasca»

El mundo espiritual para los chamanes amazónicos es el no consciente (inconsciente para algunos), mundo invisible o mundo espiritual. Y es gracias a las plantas enteógenas que ellos pueden acceder a dichas dimensiones y guiar a la persona a su curación.
En este mundo, el curandero se encuentra con energías maléficas, dioses, ángeles, demonios, seres de otros planetas, etc. Todo el mundo “imaginario” es parte de esta visión haciéndose realidad. Y mientras más entra en su no consciente (misterio, oscuridad, etc.) más podrá navegar en el mundo espiritual.

En muchos de estos viajes debe enfrentarse a demonios o energías negativas, que son reales, y constituyen una serie de síntomas (miedo, sudor, vómito, catarsis etc.). Cada “lucha” va reforzando su unión con el cosmos, la naturaleza y con el creador, debido a esto el mundo no consciente da pequeños regalos de luz y aumenta la fe hacia las fuentes inspiradoras. Estas tienen formas de dioses, ángeles, luces destellantes y coloridas, que ayudan, guían y cobijan al practicante-aspirante a curandero o facilitador. Cada “victoria”, es decir, salida de los misteriosos mundos espirituales, aumenta la experiencia de la persona y deja el camino libre de dicha experiencia, con la finalidad de poder seguir iluminando la consciencia.
Para la cultura amazónica el mundo espiritual es realidad, tan concreto, quizás, como el mundo físico que nos rodea. Podemos decir que es una realidad “distinta”, que es parte de nuestro ser.
Debido a esto el curandero vive en dos mundos: el terrenal y el espiritual. El primero es aquel en el que convive con su familia, hermanos y amigos físicos, en el que se alimenta, trabaja, etc. El segundo es aquel en el que entra a través de la mareación de plantas enteógenas (ayahuasca, toé, tabaco, etc.) y el que se representa en los sueños o estados contemplativos.
Estas dos herramientas hacen que el curandero tenga una dimensión completamente aparte desde este punto de vista. En este mundo también tiene familia, amigos, hermanos, guías, etc., los cuales ha creado a través del contacto con los espíritus ancestrales.
Cada planta maestra conlleva un mundo espiritual, que es la consciencia del mundo vegetal y de las dimensiones sutiles. Si pensamos que somos todo en un cuerpo físico, mental, energético y espiritual, podemos entender que lo que realizan las plantas es despertar consciencias dormidas dentro de nuestra memoria (consciente y no consciente). Todo lo que necesitamos es conocer lo que está “tatuado” en nuestras células y en el ADN.
Si permitimos conocernos, de manera verdadera y real, nos daremos cuenta de que todo está en nosotros mismos, y que la finalidad de la vida es llegar a mimetizarnos con la memoria personal y colectiva de dicha experiencia…la vida.

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