Por Valeria Solís T.
Terapeuta energética Adaba. Escritora. Periodista UDP
Directora Mirada Maga Ediciones. IG @MiradaMaga

Venía llegando a Santiago desde Belo Horizonte, donde compartió por un mes con músicos de otros seis países latinoamericanos. Energético y  con ganas de explicar todo lo aprendido, el joven músico Tomás del Real (22), ha forjado hace unos cuatro años los cimientos de su carrera musical. Si bien, nada se inició el día 1, sino que como él mismo describe, la música era parte de su orgánica existencial, lo cierto es que lo que dio forma a una apuesta más profesional fue cuando entró a la Escuela Moderna de Música para perfeccionarse en guitarra eléctrica, sin embargo al año tomó un bolso, su guitarra y se fue a tocar, palpar, desentrañar las raíces de la música folclórica de Europa. Compartió, aprendió, como una esponja, de los húngaros, suecos, españoles, franceses, alemanes, irlandeses y nutrió no sólo su alma, sino también su reportorio de sonidos.
Y ahora, fue el único chileno seleccionado para el proyecto Imersao Latina, (iniciativa de Ibermusicas) para estar durante agosto en Brasil, compartiendo con músicos latinoamericanos para crear un proyecto musical y difundir los sonidos de sus propios países. Desde niño siempre estuvo la guitarra y la música, esta misma guitarra estuvo en mi casa desde antes que yo naciera. Mi madre con la que viví, siempre trabajó en radios y por ella también estuve cerca de la música.

¿Pero ese interés tuyo se tradujo en estudiar música al salir del colegio o antes?
-Como a los 7 años me sumé a unas clases de piano clásico que había tomado mi hermana y al tiempo ella se salió y yo seguí. Después a los 12 años me metí en un programa de extensión de la Universidad de Chile, donde la mayoría de la gente tenía más de 18 años…, era un aprendizaje de música popular; yo iba todos los fines de semana, enseñaban teoría, pero ahí estudié piano popular. Dos años estuve yendo todos los fines de semana a estudiar.

 ¿Tenías la intención de ser músico desde chico entonces?
-Siempre la música fue parte mía, muy orgánicamente, después en la adolescencia cuando descubrí por mi cuenta otros sonidos (no los familiares) sentí que era algo a lo que me quería dedicar. Nunca elegí una carrera, ya la tenía. El arte, en general, siempre me gustó, pero cuando empecé por mi cuenta a buscar música, fue una decisión total.

¿Y en ese comienzo qué tipo de música te llamaba más la atención?
-Pasé por muchas etapas, rock clásico, cantautores como Caetano Veloso, Pedro Guerra, después los músicos chilenos como Víctor Jara, Quilapayún, Violeta Parra.

¿Y después, qué decides?
-Mis dos últimos años de colegio ya estaba muy metido en la música, aunque siempre fui buen alumno, y decidí estudiar en la Escuela Moderna de Música guitarra eléctrica, popular y jazz, pero tuve una crisis interna, quería salir y seguir mi propio camino: me gustaba mucho tocar en vivo y a veces costaba mucho compatibilizar con los estudios. Así es que me fui, junté plata y me partí a Europa por 6 meses, viajé muchísimo, cada dos días un país distinto.

¿Fuiste a probar y adquirir experiencia de vida?
-Aprendí muchísimo, además me metí en los círculos de música folclórica de allá, me hice de muchos amigos músicos…

¿Cómo qué tipo de música?
-Búlgara, gitana. Escandinava con violines, ¡muy interesante!, Mazurca (Bélgica), Tarantella(Italia), irlandesa, muy entretenido además. Allá se hacen muchos encuentros de músicos folclóricos, participé harto e iba aprendiendo de músicos de otros países, hubo un intercambio muy fuerte. Al volver a Chile me puse a viajar también, pero después volví a irme a Europa por otros siete meses.

¿Y cómo fue eso?
-¡Independencia forzada total!, había que arreglárselas solo, en realidad, desde el 2013 he estado de itinerante y eso me ha abierto a un abanico de personas y estilos musicales.

¿Qué significó para ti encontrarte con estilos de música que uno no conoce desde acá, en Irlanda no era U2, sino que otros estilos, cómo te va impactando la música?
-Yo tenía algún conocimiento previo, pero fui una esponja a todo lo nuevo, había música muy, muy interesante. A veces uno se cierra porque no conoce el contexto ni nada, pero yo fui muy abierto a aprender, y ahora, por ejemplo, yo sé que cierta música es sueca o porqué otra es belga y cómo es. No hay que ser purista tampoco, en el sentido de que uno podría como músico poder mezclar por ejemplo una polka sueca con una música búlgara. Y pienso que eso, especialmente ahora que estamos en un peak de la globalización, es muy factible. Quizá no se podía hacer algo así hace 10 ó 20 años atrás, pero ahora sí.

Te defines como cantautor…
-Desde los 15 años empecé a escribir canciones, pero hay todo un proceso también de ir aceptándose uno mismo y poder mostrárselo al resto. Pienso que para este tipo de composiciones uno tiene que ser muy honesto con uno mismo, es tirarse a la piscina, lo que no es tan fácil tampoco.

¿Te refieres a que implica un pensamiento, una propuesta?
-Sí, en todo sentido, de partida hay una exposición de uno mismo donde puede llegar alguien y analizar tu canción, por otro lado, uno tiene una opinión y es muy político, de cualquier forma, siempre es político, y uno da su opinión, su mirada desde su propio contexto o marco (de referencia).

¿Cuáles son los temas que te llaman más la atención, pensando que lo que uno entiende como cantautor está más centrado en ideas que en el romanticismo de un baladista?
-Es curioso, pero hasta hoy la música la etiquetan, «esto es folclor», «esto es world music», etc., y yo;llegué a un punto en que lo que estoy haciendo;no sé cómo lo podrían etiquetar: no es folclor propiamente tal, no es fusión, porque se vincula con el jazz, tampoco es world music, no sé, podría ser, no sé. Veo que hay todo un grupo de músicos que trabaja bajo el contexto en que vivimos, marcado como la globalización como Pascuala Ilabaca, Pedro Piedra, está Nano Stern, que es como un referente también. Por ese lado creo que surge un género que después se va a identificar y sel pondrá nombre. Pienso que post dictadura, pasaron 25 años y recién ahora se puede hablar de lo que uno quiera, se acepta hablar de todos los temas, en cambio en los 90´ habían tabú. Creo que lo que hacemos ahora como músicos y creadores es un privilegio: podemos abrir el libro de música chilena, sin peros.


-Yo creo que estamos viviendo un proceso musical grande que va a marcar una tendencia y hablo por todos los músicos que están hoy.

¿Cuál es tu temática dentro de lo que me dices?
-Yo lo que hago es fotografiar momentos, la música es de las pocas cosas atemporales que existen, en el sentido de que pueden ser eternas. Entonces con la música tengo la posibilidad de poder fotografiar un momento que va a trascender en el tiempo y que se hizo en un contexto histórico y todo. Eso es muy bonito al pensarlo. Por otro lado, hablo de la realidad social, me gusta hablar de forma sutil también, porque yo no soy un activista, pero sí sé que pueden dejar mensajes potentes.

¿Y en términos de sonido?
-Mezclo sonidos y estilos. En ese sentido, me gustaría probar distintas cosas y no sólo hacer canciones, con la banda que estoy formando, estamos ensayando piezas musicales, formato obra musical, pienso hacer un disco para el próximo año donde básicamente es un sólo concepto que se repite en distintas canciones y las canciones están interconectadas también. Tengo una percusionista clásica, y ahora se suma una violinista de Dinamarca.

¿Tienes otras producciones hechas?
-Tengo un disco del 2014 que no está on line y se llama “Tomando forma”, son 10 canciones. Ahora que volví y estaré quiero un rato lo promoveré, no he tenido tiempo para difundirlo. En Brasil también hice un registro, son 6 canciones, sólo guitarra y voz; es un disco de transición entre el primero y el segundo, el próximo año.

Vienes recién llegando de Brasil, ¿qué ocurrió allá?
-Estuve un mes (agosto), era un encuentro de compositores latinoamericanos, eran de 6 países distintos, que surge por una programa de ibermusica y una ONG, y nos juntamos en el morro das pedras, un sector de Belo Horizonte, es un lugar muy bonito, bueno y nos quedamos en un centro cultural que estaba ubicado a la entrada de una favela y ahí, nos integramos a la comunidad, hacía un par de años estaba el narcotráfico muy fuerte ahí, y una delincuencia muy alta, y trabajamos con la comunidad, conocimos su cultura, su religiosidad, la capoeira es para ellos muy importante,por ejemplo, y con esa base estuvimos dos semanas trabajando, creando, compusimos música, eran músicos muy interesantes, emergentes algunos y otros con trayectoria en su países como el de México, Colombia. Saldrá un disco a partir de ese trabajo que hicimos y donamos los derechos para la ONG.

¿Qué viene en tu carrera?
-Tengo algunos proyectos de gira en Uruguay y en Brasil, y otros en Europa para el próximo año, pero eso hay que verlo de a poco.

¿Cómo te sueñas como músico?
-En realidad, es lo que estoy haciendo ahora. Pero claro, pienso que el mercado de la música, a veces, es muy burocrático, desde que uno compone hasta que la lance, además requiere mucho dinero. Lo masivo no me llama particularmente la atención, pero sí espero y uno quiere que conozcan y canten sus canciones…

¿Te sientes parte de esta generación de músicos de los que hablábamos antes?
-Yo creo que estamos en una época, donde hay jóvenes músicos, que no son tan conocidos y que después se podrán mirar y decir «esto es». Creo que es una post generación, es una generación que todavía no existe como tal, creo ser parte de una generación que está por nacer, quizá me equivoque. Igual sería feliz ser parte de esta generación de músicos que hoy son conocidos, pero es algo banal también pensar en esas cosas. Ellos bordean los 30 años.

Hay algún músico chileno que te influya mucho
-Tata Barahona, una banda de Pablo Cuevas, que se llamaba «Cuchara», también los músicos de la generación de la cual hablábamos y los del mi edad, Camilo e, Sara Pozo…creo que es muy bueno que hoy música de calidad esté llegando a las masas.

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