Por Cristian Sarmiento
canalizador espiritual
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En general, cuando nos proponemos una meta, estructuramos todo un plan de trabajo para que esto se convierta en realidad. Por ejemplo, cuando tenemos interés por capacitarnos educacionalmente, consultamos universidades, apreciamos los principales indicadores del mercado, observamos valores, financiamientos, proyecciones laborales, condiciones familiares, etc…, todo para elegir el mejor prospecto que concuerde con nuestra expectativa de vida. Pero lo curioso o interesante, es que gran parte de la perspectiva está enfocada “hacia afuera”, desde el interés a lo que nos da el mercado, por así llamarlo.
Cuando hablamos de condicionamientos, hábitos o valores humanos, el direccionamiento es bastante diferente, ya que, principalmente las consultas debemos realizarlas con nosotros mismos y, gran parte de los resultados, debemos evaluarlos en nuestros fueros internos. ¿Complicado no?
Pero si observamos, la principal dificultad, es miedo a equivocarnos entre lo que consideramos correcto o incorrecto y que la visión interior no sea compartida por el entorno.
Al trabajar la empatía en nuestra vida cotidiana, entramos muchas veces en el “error conceptual” de “intentar caer bien a todas las personas” o decir que “sí” a todo lo que nos solicitan. Esta trampa, nos puede conducir silenciosamente a sumar frustración, rabia y derrumbar toda esta empresa que nos hemos propuesto.
El primer acto de empatía debe ser con nosotros mismos, por ello, trata de no escuchar a quienes te reprochen tu autoimportancia o ego, por estar ocupado en tu bienestar personal. Evaluar tus autocuidados, imagen personal, lo que has dejado de hacer, inspiraciones artísticas y, principalmente, la calidad y profundidad de tus relaciones personales son consideraciones claves o piensa, ¿has algo que estás evitando o dejando pasar?
Paralelamente a nuestra autoindagación, podemos trabajar el canal de empatía con otras personas. Aquí, ya siendo consciente de la “trampa conceptual”. Actitudes como la dulzura, escucha activa, ternura, sorpresa son ingredientes muy importantes a cultivar y podría ser mucho más sencillo ¡de lo que piensas! Tiene más que ver con la forma en cómo nos relacionamos con la vida que de aprender una sumatoria de ideas racionales. Tiene más relación con la disposición a ser parte de la vida que ha contemplar la separación inherente en la cual creemos.
Intenta asombrarte y asombrar a los tuyos sin demandar recompensas afectivas a cambio. Pequeños regalos a los niños, atenciones a tu esposa o pareja, llamadas a quienes has dejado a un lado, en fin, pequeños detalles que a la larga se convierten en un fuerte cimiento de nuevas actitudes y valores.
Recuerda que tu campo energético se va transformando suave y paulatinamente, sé paciente, hay tiempo, no es una carrera o competición. No es una diferenciación, es más, bien percatarse de un potencial que compartimos todos los seres humanos.
Un potencial también llamado “unidad”.

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