Equipo Mirada Maga

En las últimas décadas, los poemas del escritor uruguayo Mario Benedetti (1920-2009), han sido presencia obligatoria en pergaminos, tarjetas, posters y canciones. Pero, mientras sus críticos lo han catalogado de superficial y cursi, su obra remite a los tópicos que inquietan al ser humano: el amor, la muerte, la soledad, el paso del tiempo, develan a un hombre con firmes convicciones sociales y éticas.
Nació el 14 de septiembre de 1920 y sus padres no escatimaron en nombres: Mario Orlando Hamlet Hardy Brenno Benedetti. Paso de los Toros, Uruguay, el escenario inicial hasta que la quiebra de la farmacia del padre, haría que la familia se mudara a Montevideo. Tuvo una niñez llena de privaciones que lo obligó a trabajar desde los catorce años, vio todas las alternativas desde ser vendedor, contador, traductor, librero, funcionario y periodista.
Como escritor fue prolífico, muchas novelas, cuentos, dramas, ensayos, poesías, teatro, humor, canciones, crítica literaria y periodismo político, pero fue su poesía y prosa las que cautivaron a millones de lectores de todo el mundo, principalmente de jóvenes y mujeres que veían en sus palabras una sencilla y profunda interpretación de emociones: «no te quedes sentado al borde del camino, no congeles el júbilo, no quieras con desgana, no te salves ahora ni nunca; no te salves, no llenes de calma, no reserves del mundo solo un rincón tranquilo, no dejes caer los párpados pesados como juicios….»

Pero sus inicios no fueron fáciles de materializar, las primeras siete obras escritas fueron financiadas con préstamos, (algunas no vendieron ni un solo ejemplar)algo muy distinto a los más de cinco millones de libros vendidos y editados en la actualidad por grandes editoriales multinacionales.
Tampoco en esos comienzos de su carrera literaria imaginó que una de sus novelas sería llevada al cine y fuera además candidata al Oscar (1974), La Tregua, la historia que relata el amor entre un hombre mayor y una joven compañera de trabajo; incluso el músico chileno Oscar Andrade escribiría una canción homónima inspirada en el libro, transformándose de paso en una de las más emblemáticas de su propia carrera musical. En esta misma línea, otros grandes intérpretes como Joan Manuel Serrat o Pablo Milanés musicalizaron muchas de sus poesías.
Benedetti junto al escritor de «El astillero», Juan Carlos Onetti, perteneció a la generación literaria del ’45 y hasta el final de su vida fue un férreo militante de izquierda, lo que trascendería hasta su actividad literaria y lo llevaría al exilio durante doce años. Apoyó públicamente a Fidel Castro e incluso en 1959 sólo se le permitió el ingreso a Estados Unidos luego de firmar una declaración donde aseguraba que no atentaría contra el presidente.

El Amor es cursi
Aunque como poeta su popularidad solo es comparable con la que tuvo Pablo Neruda en la primera mitad del siglo XX, algunos con sorna lo llamaron el poeta de lo cursi.
Poesía banal, superficial, llena de lugares comunes, kitsch, fueron algunos de los adjetivos que los críticos otorgaron a su obra poética, pero Benedetti siguió en lo suyo y eligió en su vida y en la literatura un lenguaje simple para que fuera comprendido por cualquier lector, especialmente los más humildes.

“Muchos de mis poemas son producto de ser un hombre de pueblo, y estar cerca del pueblo siempre ha sido una máxima para mí. Lo mejor que me pudo haber pasado en la vida es que lo que escribo le haya tocado el corazón a esa gente, a ese pueblo, a ese hombre de a pie”, dijo al ser consultado sobre el “facilismo” de su obra.
Contaba con orgullo anécdotas de parejas que le confesaban que se habían conocido, por ejemplo, gracias a su libro de poemas «Inventario», eso sí le importaba, como también que personas de todas las edades y condiciones recitaran o cantaran «Te Quiero» (todavía resuena la voz de las argentinas Sandra Mihanovic y Celeste Carvallo con su interpretación de «Si te quiero es porque sos mi amor, mi cómplice y todo y en la cama codo a codo somos mucho más que dos, somos mucho más que dos), o «Táctica y Estrategia» (Mi táctica es mirarte, aprender como sos, quererte como sos…), «Hagamos un trato» (Compañera, usted sabe puede contar conmigo no hasta dos o hasta diez sino contar conmigo…) y tantos otros poemas popularizados primeros en el papel y luego por Internet.
Para el artista, el amor estaba intrínsecamente ligado con lo cursi, casi con el lugar común; por tanto un lenguaje más rebuscado no lograría transmitir la emoción que debe incluir un poema o una declaración de amor. Lo dijo a través de Martín Santomé, el protagonista de su novela La Tregua: “Siento un leve resquemor frente a lo cursi, y a mí lo cursi me parece justamente eso: andar siempre con el corazón en la mano”.
Y lo reafirmó en 1982 en su novela sobre el exilio «Primavera con una Esquina Rota», dada conocer en Chile por el Teatro Ictus: “En el amor no hay posturas ridículas ni cursis ni obscenas. En el amor todo es ridículo y cursi y obsceno…”.
En su vida personal, Benedetti siempre se declaró profundamente enamorado de Luz López, con quien estuvo casado durante 60 años. El escritor falleció apenas tres años después de la muerte de su mujer.
Su prosa al igual que su poesía también replica el estilo simple y accesible. En ella recoge historias de personas comunes que circulan en el anonimato de las urbes, pero cuya simpleza y sinceridad sobre todo en la expresión de sus sentimientos, los hacen identificarse con los lectores. En sus novelas no solo retrató a la clase media sino también expresó su compromiso político con los movimientos de izquierda, tal cual lo hizo toda su vida.
Pareciera que la abundancia de referencias culturales y sociales, esa comunicación directa con el lector, y la potencia que imprime a la expresión de sentimientos transversales del ser humano, explican el éxito que hasta hoy goza como escritor. En este sentido no es raro que haya cautivado a los jóvenes su aparición en la cinta argentina «El lado oscuro del corazón», donde los poemas de Oliverio Girondo en la voz del protagonista se mezclaba con intriga con la presencia de Benedetti recitando sus propios versos en alemán vestido de marinero.
La Tregua
Imposible hablar de Benedetti sin remitirnos a su obra más conocida: La Tregua, donde relata la historia de Martín Santomé, un viudo cincuentón que se enamora de Laura Avellaneda, una subalterna a quien dobla la edad, enamoramiento que es una suerte de armisticio en la vida monótona, rutinaria y sin objetivo que lleva Santomé. En esta novela, escrita como si fuera el diario de vida del protagonista, Benedetti expresa que “la única y verdadera razón por la que merece la pena vivir es el hallazgo del amor en otra persona” y entrega una incomparable definición de ese sentimiento:“Ella me daba la mano y no hacía falta más…Más que besarla, más que acostarnos juntos, más que ninguna otra cosa, ella me daba la mano y eso era amor”.
Sobre la novela, que ha tenido más de 100 ediciones y ha sido traducida a una veintena de idiomas, Benedetti contaba que la escribió mientras trabajaba en una empresa inmobiliaria de Montevideo. Lo hizo durante varios meses ocupando las horas de almuerzo en un restaurant cercano.
“Yo trabajaba en las oficinas de Piria, donde estuve 15 años. Entré como pinche y llegué a gerente… En un momento, siendo yo oficial de contaduría, mi jefe, viudo desde hacía un tiempo -un tipo muy bien, muy macanudo y muy calmo-, empezó a comportarse con una alegría de vivir que en él era desconocida. Un día yo le digo «Pero, don Diego, ¿qué le pasa que está tan bien últimamente?» Cuando le pregunto me dice «Vamos al café, te voy a contar». Fuimos. «Estoy enamorado», me dice. «Pero el problema es que esta muchacha tiene la mitad de mis años. Tiene 26. ¿Qué voy a hacer?». «¿Por qué no se casa?», le digo yo.
Y se casó. En la vida real y en la novela. La diferencia es que en la vida real, él murió antes que ella. Lo explicó el autor:
“Para evitar el fracaso había que matar a Avellaneda. Cuando salió la novela, unas cincuenta mujeres hicieron una reunión en un apartamento de Pocitos (barrio de Montevideo), a la que me invitaron. Allí me reprocharon que hubiera matado a Avellaneda. Yo les decía que la había matado en beneficio de la historia de amor. En 15 años Santomé iba a ser un viejo, tal vez moriría. Qué triste”.
Compromisos y Causas 
Una parte de la adhesión que Benedetti despertó en las últimas décadas se vincula a su compromiso ético y político de izquierdas, lo que se refleja en su obra literaria, pero que además hizo que muchos lo despreciaran como escritor.
-“Las causas en las que creo y que son derrotadas son las que me impulsan, porque gracias a que las defiendo puedo dormir tranquilo. No me siento derrotado en cuanto a mis creencias ideológicas y voy a seguir luchando por ellas. Sin éxito, eso sí”, aclaró en una entrevista.
En 1971, fue uno de los fundadores del Movimiento de Independientes 26 de Marzo, el aparato político del grupo guerrillero Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, que integraría más tarde el Frente Amplio.
En 1973, tras el golpe militar en Uruguay, sale al exilio para regresar doce años más tarde. Estuvo en Argentina, Perú, Cuba y España, experiencia que lo “convirtió en otra persona, más alerta, más enterada del mundo».
En la obra de Benedetti se aprecian dos períodos marcados tanto por su experiencia vital, como por los cambios sociales y políticos de Uruguay y el resto de América Latina. En el primero, en sus inicios como escritor, desarrolló una literatura que describe la burocracia, que hace un retrato social y crítico de la clase media, mientras que después del golpe de estado que lo obligó a salir al exilio, sus obras mostraron más compromiso con el socialismo y reflejaron las circunstancias políticas de la época.
Para Benedetti debía existir obligatoriamente una coherencia entre el escritor y el mensaje que quería transmitir:
«Quien se obligue externamente a escribir una obra literario-política, sin que su necesidad sea vital, entrañable, caerá en productos híbridos, tediosos, maniqueístas…Quizá el único camino para llegar a una obra artística de dimensión política, sea precisamente el inverso: es decir, que la injusticia social, la enajenación, el atraso de los pueblos subdesarrollados, provoquen tal confusión en el artista, que éste sienta el impulso interior de incorporar esos temas a su quehacer artístico», explicó en una entrevista a un diario uruguayo.

Poco antes de morir por una falla multisistémica, el 17 de mayo del 2009, Benedetti seguía repitiendo que más allá de su compromiso político, su primera causa era la literatura. Ello lo llevó a escribir hasta el final de sus días, a experimentar cuando ya frisaba los 80 años con los sonetos japoneses llamados haikus y a responder a quienes lo trataban de vulgar, panfletario y chabacano con su mejor arma: la poesía, como lo hizo con Soneto kitsch a una mengana

Yo / fulano de mí / llevo conmigo
tu rostro en cada suerte de la historia.
Tu cuerpo de mengana es una gloria
y por eso al soñar sueño contigo

Algunas Novelas emblemáticas: La tregua (1960); Gracias por el fuego (1965); Primavera con una esquina rota (1982); La borra del café (1992); Andamios (1996)

Poesía
Desde 1945: Sólo mientras tanto (1950); Poemas de la oficina (1956); Inventario uno (1963); Noción de patria (1963); Próximo prójimo (1965); Contra los puentes levadizos (1966); Quemar las naves (1969); Ex presos (1980); Viento del exilio (1981); Táctica y estrategia (1984); Inventario dos (1994); El olvido está lleno de memoria (1995); Inventario tres (2003); Memoria y esperanza (2004); Testigo de uno mismo (2008), entre otros.

Ensayos

Peripecia y novela (1946); Marcel Proust y otros ensayos (1951); Literatura uruguaya del siglo XX (1963); El escritor latinoamericano y la revolución posible (1974); Cultura entre dos fuegos (1986); Subdesarrollo y letras de osadía (1987); La cultura, ese blanco móvil (1989); Vivir adrede (2007); Daniel Viglietti, desalambrando (2007), entre otros.

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