Por Valeria Solís T
Directora Mirada Maga

Se me ocurrió pensar ¿qué pasaría con el mundo si cada una/o de nosotras/os fuera absolutamente coherente a lo que es, que cada una/o pudiera desplegar su profunda creatividad, su criterio, su sentir, su mirada honesta?
Me imagino que podríamos ser parte y testigos de un engranaje como el de las abejas o las hormigas, que no suelen chocarse y aplastarse unas a otras, sino que funcionaríamos con una suerte de mirada en común, pero con el plus humano, de además poder funcionar con una mirada personal, individual. Sería algo así como yo conmigo, pero también yo con el otro, en armonía. Lo creo así básicamente, porque así como Jung siempre planteó la unión que tenemos desde el inconsciente (uno individual y uno profundo colectivo) entre unos y otros, lo natural sería que en lo más profundo de nosotros sentiríamos una claridad implacable que todos somos uno y uno somos Todo.
Paralelamente a nivel espiritual, ocurre algo similar. Hace unas semanas atrás canalicé en sesión con una paciente (terapia Adaba) una frase que en apariencia es tan obvia, pero que definitivamente es muy profunda, se trataba de una paradoja: «Eres parte del Todo y eres el Todo» A nivel racional una idea así claramente se contrapone, ¿cómo es eso? -pensé- o soy el Todo o soy parte, ¡¡no puede ser lo mismo!! Pero espiritualmente ¡sí tiene todo el sentido! Nacemos de una misma y gran Fuente, lo que nos hace ser la reproducción de esa Fuente, pero al mismo tiempo, tenemos el «privilegio» de la libertad de nuestra individualidad, cada uno puede ser uno.
Y sin embargo, esta reflexión que me parece tan natural de que sea así, se vuelve casi una osadía en la vida concreta, porque pareciera que como un imán, algo nos saca hacia afuera y nos cuesta tanto nadar hacia adentro para reconocernos y recordar qué somos, para recordar a qué vinimos cuando decidimos experimentar nuevamente la vida. Y ojo, ¡la respuesta sí está ahí!, no es retórica, sólo se necesita la aplicación de otra gran paradoja: mientras más silenciosa/o estés, más podrás escuchar tus propias pulsaciones llenas de mensajes.
¿Cuál es la explicación de que muchos quienes deambulan por ahí no son ellas/os mismas/os?, ¿qué es lo que provoca tanto miedo?¿Qué o quién nos enseñó que era un riesgo, era del terror conocerse a sí misma/o?, ¿a quién le conviene o a qué le conviene que vivamos en la superficie moviéndonos en bloque, en masa, al más puro estilo ovejero?
Lo cierto y absurdo es que mientras más uno sea lo que es, se provoca una energía en contra que empuja, a veces, hasta botarte, como si fuera una amenaza para unos quiénes o un qué. Curioso ¿no?  Y ojo, cuando me refiero a ser una/o misma/o, no apunto para nada a mi personalidad minúscula dentro de este Universo, sino a ese yo profundo, el que sabe que no existe más que el aquí y el ahora, el que sabe que sabe y que requiere de nuestra personalidad para seguir evolucionando a partir de experimentar la vida.
Hay que ser valiente, seguro que sí, pero sin duda vale el esfuerzo, porque no puede pasar nada mejor que reencontrarte con lo más valioso que tienes, tú misma /o

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