Sergio Ureta
Escritor – investigador científico
Médico cirujano-ginecólogo
Autor de los libros “El ser humano una secuela del Big Bang”, “Inteligencia humana”, “Astrología, una verdad basada en la evidencia”

La era astrológica “es un período de tiempo que se corresponde con el desplazamiento en 30 grados de arco del eje terrestre debido al fenómeno de la precesión de los equinoccios, equivalente a un mes del año platónico o ciclo equinoccial, es decir, el período que tarda la precesión de la Tierra en dar una vuelta de 360º lo que ocurre en aproximadamente 25.776 años” es lo que se señala en wikipedia, una información que es muy exacta, pero probablemente difícil de entender para el lego, y es lo que intentaré explicar en este artículo.
Es preciso mencionar que astronómicamente tiene este mismo valor, sin embargo, las eras no son exactamente coincidentes, porque las constelaciones no tienen las mismas dimensiones, en cambio la astrología lo usa como referencia y las divide exactamente en partes iguales de 30º de arco, de la circunferencia que forman las 12 constelaciones de la eclíptica, es decir, como si las distancias entre las constelaciones midieran lo mismo.
Cada constelación corresponde a los 30º de arco respecto a la circunferencia completa que es el año platónico, que aquí se dibujó ovalada por tema de espacio.
La flecha indica que estamos al final de la era pisciana, acercándonos a la acuariana.
Para la astrología, las eras tienen mucha relevancia, porque señalan etapas de la vida humana, muy bien tipificadas (información que describiré en una próxima publicación), en cambio para la astronomía no es más que una medición del sistema solar, porque recordemos, después del periodo de la Inquisición, la astronomía dejó de estudiar la influencia de los astros en el ser humano, así que las eras astronómicas, para ellos, es una propiedad cosmológica que carece de importancia.
Mucho se está hablando de la era de Acuario que se nos aproxima y con nuevas influencias. Estamos terminando la era pisciana, que en occidente se inició en el año 1 referido al nacimiento de Jesús, el Cristo, tiempo en que se estableció el cristianismo.
Pera para entender este concepto de las eras, es preciso aclarar algunos conceptos como precesión de los equinoccios.
Esto se refiere al lento cambio de la orientación del eje de rotación de la Tierra, respecto de las estrellas. En pocas palabras, el 21 de marzo del año 2018, fue el equinoccio de otoño para el hemisferio sur (día y noche duran exactamente 12 horas). Si colocamos una vara apuntando arriba, hacia una estrella a las 12 de la noche, apreciaremos que en el equinoccio del año siguiente, esta estrella se verá un poco más atrás, esto es lo que se denomina precesión y es provocado por el “bamboleo” de la Tierra por efecto de las mareas, que hace que la traslación de la Tierra se ralentice un poco. Este proceso establece dos tipos de años, el año trópico o equinoccial y el año sideral o estelar.
Si se tomara el tiempo transcurrido entre un equinoccio y el siguiente, que es el año trópico, encontraremos que transcurren 365 días, 5 horas, 48 minutos, 45,10 seg. Y corresponde al año calendario por el cual nos regimos. ¡Son casi 6 horas más de los 365 días!,  lo que determina que cada 4 años debamos agregarse un día más en febrero, año bisiesto. Y como falta poco más de 11 minutos para completar las 6 horas exactas, es necesario hacer una nueva corrección alrededor de los 100 años en que debe suspenderse un año bisiesto.
Al esperar que la vara que apuntaba exactamente a la estrella quede en su punto, demorará 365 días, 6 horas, 9 minutos, 9,7 segundos, es lo que se denomina año sideral o estelar. Y es la medición que utilizan los astrónomos para muchos de sus cálculos.
La diferencia entre el año trópico y el año sideral es de casi 12 minutos y es lo que se denomina precesión de los equinoccios, porque al tomar una estrella como referencia, el equinoccio va retrocediendo (precede) respecto al año sideral. Entonces el punto equinoccial (vernal) va precediendo año a año y para apuntar la misma estrella que lo hacía el 2018, deberán pasar 25.776 años más, que es la vuelta completa, denominado año platónico.

Año platónico
Es el período que tarda la precesión de la Tierra en dar la vuelta completa y para ello debe recorrer todas las constelaciones. Esta precesión demora 2.148 años para pasar de una constelación a otra (Si el año platónico es de 25.776 al dividirlo por 12, que son las constelaciones, da 2.148) Dicho de otra forma, las 12 constelaciones forman una circunferencia, que son 360º.
Ahora, si dividimos los 25.776 por estos 360º, sabremos cuanto precede en 1º y el resultado es 71,6 años. Al multiplicar 71,6 años por 30 (que son los grados de cada constelación) da 2.148 años. Entonces, el punto equinoccial o punto vernal apunta durante 2.148 años en cada constelación. Completado este tiempo, pasaría a la siguiente, retrocediendo respecto del orden normal.
Visto así, en el año 4.296 a.c., el punto equinoccial apuntaba al comienzo de la constelación de Tauro, y 2.148 después pasó a Aries. En el año 1, el punto vernal apuntó al comienzo de la constelación de Piscis y hasta ahora ha precedido 28º, de manera que faltan 2 grados para terminar ese ciclo, entonces en el año 2.148 de nuestra era pasaremos a la constelación de Acuario.
Pero, como en todos los tiempos, previo a cada era, van apareciendo signos, señales y estigmas de la siguiente. Por ejemplo antes de comenzar la pisciana estaban los profetas anunciando la llegada de la nueva era, anunciando nuevos cambios tales como: amar al prójimo, orar como método de purificación, no a la guerra, ser devoto del Cristo, etcétera. En cambio Acuario es impersonal, privilegia el intelecto y lo racional, nada individual, por lo que para los profetas lo constituye la humanidad completa. Hoy, estamos apreciando, en los rápidos cambios: tecnológicos y en la rebeldía de la “masa humana” ante los abusos de los poderosos, que tenían convencido al pueblo que la pobreza era digna, que con la oración se llegaría con más facilidad al cielo, que lo más importante era purificar el espíritu por sobre lo material, así seríamos libres y alcanzaríamos uno mejor después de la muerte. Hoy y ahora se manifiesta la rebeldía ante esta interrogante: ¿libres para qué?, ¿viajar donde queramos, estudiar lo que deseemos, obtener los bienes materiales que se nos antoje? Por supuesto que no, porque solo es factible para una clase privilegiada. ¿Y la vida mejor después de la muerte, quién la asegura?
En la práctica, un alto porcentaje de los humanos de este mundo, no tiene trabajo y un número no despreciable ¡muere de hambre! y de los que trabajan, la mayoría lo hacen como  en los tiempos de las salitreras, lo que ganaban, lo daban a las pulperías ( almacenes) que eran de los mismos dueños. Hoy la pulpería tiene otros nombres, porque el escuálido sueldo debe pagarlo en préstamos a los bancos, colusiones en farmacias, supermercados, Isapres, AFP, y un largo etcétera., cuyos dueños son los mismos empresarios de una élite que no sobrepasa el 1% de la población.
En la era de Acuario no se aceptará el obedecer y someterse sólo por su condición de haber nacido en una familia de escasos recursos. Se establecerá que los seres humanos somos todos iguales en derecho y cada cual tendrá su espacio de dignidad, porque  simplemente todos somos humanos.

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