Por Valeria Solís T.
Directora Mirada Maga Ediciones. IG @MiradaMaga

Llegó al mundo en movimiento, sus primeros cinco años los pasó viajando con su familia hasta que un día recalaron como un barco en el puerto de Valparaíso.  Sus estímulos fueron las fiestas populares del norte y sur de Chile, los colores, los sonidos y las conversaciones de sus padres con gente sencilla de cualquier rincón perdido le llenaron los ojos y el corazón. No es extraño entonces que la compositora, cantante y acordeonista Pascuala Ilabaca pase seis meses viajando junto a su grupo Fauna y el resto los viva levemente más quieta en Valparaíso.

Es delgada y su larga melena no deja de llamar la atención. Parece bailarina. Su sonrisa es fresca y se despliega con facilidad. Su historia es un arte, su vida es artística, y su mundo es creativo. Conversamos de todo ese universo creativo un día antes de que lanzara su último disco, Rey Loj.

Pascuala, ¿cómo sientes que influyó tu entorno familiar, sumado además, a los viajes de tus primeros años de infancia?

-Influyó mucho, ¡yo nací en un viaje! Mis primeros cinco años de vida fueron cien por ciento nómades, y eso me afectó mucho y es el estilo de vida que he decidido seguir llevando. Por una parte, el hecho de tener dos papás artistas (el pintor Gonzalo Ilabaca y la artista visual Pilar Argandoña) fue una vida cargada de estímulos, como ir a una fiesta popular chilena, escuchar muchas historias interesantes que no han sido contadas o conocer muchos personajes populares que han sido importantes para nuestra identidad y que no son visibles, entonces en el fondo, yo eso lo aprendí no como una idea mental, social y politica, sino desde la experiencia, quedándonos acampando en una playa de pescadores durante tres semanas, desde lo muy empírico.

¿Cómo te conectas con la música, teniendo a tus papás en el área de las artes visuales?

-Yo siempre dibujaba también y mi hermana (menor) es diseñadora gráfica, pero creo que para mi el tema de la comunicación es lo importante, y la música tiene esa inmediatez de la comunicación, y a eso le sumo todas esas experiencias de carnavales, me hicieron admirar mucho el hecho de disfrazarse, ser parte de esas comparsas, bailar, son todos los estímulos que tienen que ver con lo escénico: el vestuario, las máscaras, las mitologías, eso es lo que me forma el interés hacia la música.

Y eso se traduce también en tus puestas en escena donde no sólo te distingues por el canto

-Claro, de todas maneras. Me pasó por ejemplo que después de lanzar el disco «Diablo rojo, Diablo verde», fui a la casa de mi papá y vi un baúl viejo donde estaban mis cuadernos de dibujo de cuando chica, abro uno ¡y había un diablo mitad rojo mitad verde! Ésas son cosas que son misterio.

El acordeón que no es tan cotidiano en las mujeres, ¿cómo llegas a este instrumento?

-Yo empecé a estudiar piano a los 6 años, cuando llegamos a vivir a Valparaíso, y cada vez que salíamos a viajar echaba mucho de menos el instrumento, y si te fijas, el acordeón es un piano-mochila. Cuando tenía 14 años y viviamos en México, me topé con el acordeón como instrumento, no es que no lo haya visto antes en Valparaíso, porque la música chilena está llena de acordeones, la cueca, la ranchera del sur, las polcas, todo, lo que pasa es que nosotros estamos muy influenciados por los medios de comunicación que tenemos, donde uno no ve los otros instrumentos que están en una banda, uno ve solo al cantante, en ese sentido no hay una difusión democrática de los instrumentos, entonces ves que la música chilena está llena de acordeón, pero si tú no te fijas, no lo ves.

¿Qué pasó en ese viaje a México?

-Bueno, echaba de menos mi piano y veia cómo tener clases o algo, en la India me pasó igual, imagínate ¡allá no hay piano!, entonces en México yo trabajaba como modelo para pintores y empecé a juntar plata posando y ahí me compré mi primer acordeón. Ese acordeón lo encontré en una zapatería, estaba en la vitrina y estaba abierto, que es la peor forma de poner un acordeón, porque se puede rajar en cualquier momento, ycada vez que lo veía me imaginaba los cabritos abiertos que ofrecen en las carreteras y decía: ¡noo! yo quiero comprarlo para rescatarlo…y cuando pregunté cuanto salía me vieron medio gringa y me dieron un precio súper alto, y junté la plata y lo compré, pero después el acordeón no servía, esa fue mi primera experiencia.

¿Después estudias formalmente música?

-Estudié en el Conservatorio de la Católica de Valparaíso, y ahí conocí a mis amigos, a mi banda, y empecé a vivir de la música desde primer año. Me fui de la casa, era aceptar, ok, voy a ser músico, y como mis papás son muy independientes, yo dije yo también voy a ser independiente, voy a vivir con músicos, la vida del joven (risas), vivir.

¿Cómo fue la experiencia en el conservatorio?

-La formación es muy académica y ligada a la música contemporánea muy atonal, vinculada a la segunda mitad del siglo XX, entonces entré con una vivencia muy empírica y emocional y llego a una escuela que valoraba mucho más lo mental y lo masculino por sobre lo femenino. Entonces ahí encuentro a mi musa, que es la Violeta Parra, la que me permitió equilibrarme en esta educación musical, toda tan masculina, tan germánico. Me generaba un conflicto interno:¿por qué tengo que asumir como única respuesta válida sobre qué es el sonido, por ejemplo, la respuesta de Beethoven y no otra? Yo había vivido en la India y me permitía ver que habían ¡muchas maneras de mirar el mundo!, entonces, cuando un profesor me decía «esto es así» yo no podía asumirlo ¡si hay mil quinientos! pensaba.

El disco de Violeta lo hiciste en la escuela entonces

-Sí, estaba en tercer año. Con un grupo de amigos que nos encantaba la Violeta, aplicábamos las mismas técnicas de análisis que nos enseñaban para analizar a Bach, veíamos las formas, como verdaderos cirujanos de la música. Yo tenía en mi velador la autobiografía de Violeta en décimas ¡y lo leía todos los días!

¿Ese grupo es el que hoy es Fauna?

-Sí, de hecho ahi conocí a mi marido que era el baterista, también estaba Cristián Retamal, guitarrista, con quien llevábamos 9 años tocando juntos y el año pasado se fue a Alazca. Cuando me fui a vivir sola, me fui donde Miguel que es el saxofonista de la banda, y juntos también tocábamos en otra banda que era de música balcánica, ahí sacaba toda mi parte gitana, hasta que llegó un momento en que tenía que unir ambos proyectos, y de hecho lo que hago en este nuevo disco es más o menos eso, siento que al fin logré unir mi gusto por la música hindú con la música de los Andes.

¿Te fuiste unos años a la India después de haber aprendido a Bach en la Católica?

-Claro, me fui a aprender lo que me faltaba, me fui con mi marido, todavía no me casaba, pero nos fuimos juntos. Cuando nos conocimos, Jaime ya tocaba tabla hindú, entonces los dos teníamos el sueño de ir, él no lo conocía y como te decía yo ya había vivido con mi familia.

¿Fueron a probar suerte o a inscribirse en una escuela particular?

-Nosotros sabíamos que había una ciudad de la música que nos interesaba, Baranasid y había una universidad, la segunda más grande de Asia, pero nosotros veníamos saliendo de la academia  entonces decidimos ir a ver cómo era, como oyentes, pensando que podríamos conocer a un gran maestro para después ir a su casa, ésa era nuestra volada, tener una experiencia con un maestro, y eso pasó. Nos acogió una familia increíble, de los Misra, uno de los linajes más importantes  de la música de la India, con una tradición de 2 mil años de músicos en la sangre, y estudié con el maestro más viejo, que era una especie de Margot Loyolo de la India (risas) y Jaime estudió con el hijo.

¿Pero el aprendizaje era por instrumentos en particular o estudiar la música de la India?

-Yo con mi maestro, era comprender lo que es el raga, una forma de composición, por otra parte, es un esquema melódico que está hecha de tal manera que la energía que emana te evoca ciertos contenidos, y ese vibrar en ese estado emocional está relacionado con una hora del día, una estación del año, o sea, los hindues lo llevan a un punto increible, la armonía de las esferas… Es un tema súper profundo, porque partes aprendiendo las escalas, pero después llegas a otras cosas, como la poesía védica, es muy bonito.

No fue aprender una técnica musical propiamente

-Es transmisión oral, Mi maestro estaba desde las ocho de la mañana hasta las 10 de la noche sentado, y era un sinfín de discípulos, él nunca se paraba, y éramos los discipulos los que le pasábamos un tecito o un poco de tabaco para masticar, mi maestro casi no se podía parar porque había estado toda su vida en posición de loto. Tenia 73 años. para ir a los coniertos habia que agarrarlo por los dos lados para que pudiera levantarse…

¿El disco que lanzaste en noviembre tiene que ver con esa influencia o es una mezcla de otros elementos?

-Después que volví de la India hice un disco totalmente vinculado con eso, «Perfume veneno» contando el viaje, letra en español, pero con sonido completamente hindú. Con este disco siento que logré reunir todas las influencias, y asumirme como la fusión encarnada. Lo que pasa es que antes sentía que era chilena  e iba a conocer la India, porque era algo que me era ajeno, pero después me di cuenta que no eran tan diferentes, te das cuenta que una cholita boliviana es súper parecida a una mujer nepali, por ejemplo. Ahora siento que se cerró un ciclo con respecto a ese tema, porque  cuando fuimos a tocar al festival de jazz de Londres, y Londres que es tan cosmopolita, sin embargo, quedaban tan sorprendido con la fusión (que ella mostraba) y yo decía, ¡¿pero cómo si ellos son los reyes de la fusión?! Ahí me di cuenta que debía asumirme como chilena, pero el turco, el chino somos nosotros también, y ahi nace este disco como diciendo: «nosotros somos esa fusión».

En las letras de tus canciones hay un tema de la mujer, ¿es porque nace así o porque quieres visibilizar algo?

-Porque me pasó que cuando empezamos a viajar con la banda me di cuenta que no conocían a la mujer latinoamericana, no conocian a Violeta, no conocian a Frida Khalo, en las ciudades grandes sí, pero en pueblos nada, y nunca han visto una latinoamericana, entonces tomé esa responsabilidad : «voy a ser un referente de mujer latinoamericana, y te voy a ser sentir esto y te voy a dejar en claro ciertas cosas también». Cuando me empoderé de esa realidad vino el tema de la reivindicación de la mujer latinoamericana, que ha quedado debajo de la alfombra del arte, y quiero que baile ¡arriba de esa alfombra!,  entonces el show se fue tiñeando de todos esos mensajes.

¿Cómo se crea la empatía con tu banda, si son puros hombres también?

-Me costó un poco, entré a primero y ellos iban en cuarto año y como cachorro me metí en su mundo de composición, en aprender, y después terminé invitándolos a ser parte de mi proyecto, y eso implica que entreguen su dedicación y vida, porque estamos viajando todo el tiempo, y en eso estoy súper agradecida de todos, porque llevamos 7 u 8 años tocando, el año pasado estuvimos 6 meses viajando y otros 6 en Chile, y por eso se fue el guitarrista, porque era difícil para su familia.

¿Y el trabajo de composición, cómo se genera?

-Tiene muchas etapas, ese primer instinto creativo puede venir en cualquier parte, generalmente lo primero se anota en una servilleta, pero después viene un momento íntimo, sentarse en el piano y ver todos esos apuntes para crear algo. Después viene el proceso de presentárselo a la banda y ver qué funciona o no, ellos aportan mucho en eso también, y se va puliendo. Cuando uno graba se le da otra pincelada, porque hay cosas que funcionan súper bien en vivo y no tanto en la grabación, es un proceso largo. Yo hice un soundcloud que se llama «música en pijama» donde guardo la maqueta del día en que creo la canción, entonces se puede comparar la misma canción que esta en el disco en su proceso final.

Le da la riqueza de la esponteneidad…

-Creo que es mi lado más pop, más simple, porque me gusta desarrollarlo más y darle espacio a lo instrumental. Aquí no se le da mucha importancia a las bandas instrumentales, una de las cosas que aprendí en Valparaíso, de mis precedentes como los Jaivas, Congreso, que nacieron allá, es que logran comunicar que lo instrumental es importante.

Tú formas parte de una generación de músicos que refrescó el escenario, algo que no se daba hace tiempo, ¿qué piensas de eso?

-Todos los que estamos en esta generación tuvimos la suerte de poder conectarnos desde lo estético, por ejemplo, a la Violeta Parra eso no le pasó, sentía que estaba sola y no podía dar ese mensaje de la sociedad a su generación, y por eso creo que se suicidó, en cambio ahora hay tantos músicos, y que abordan tantas temáticas, que no responden a una experiencia individual, sino que muestra que pertenecen a una generación. Cuando me dicen, que bueno que tu apoyas a los estudiantes, por ejemplo, yo digo, no es que apoye, ¡yo soy estudiante! yo estuve el 2006 como dirigente, ¡soy parte!

Ustedes tienen temas distintos a los 80 por ejemplo, mientras uno se abocaba a la recuperación de la democracia ustedes tienen una mayor riqueza, ven temas ecológicos, hasta planetarios…

-Uno de los abonos principales de esta generación fue tener menos miedos, el miedo anula todo, los que nacimos por ejemplo, yo el 85 igual que la Camila Moreno, que Nano Stern, Chinoy el 82, vivmos una escolaridad en democracia y eso nos creaba la sensacion de que podemos decir lo que se nos da la gana, no hacer, pero sí decir.

Otro elemento que uno ve como espectador es que suelen reunirse, comparten escenario con más naturalidad, no con competencia…

Es que es la única forma en que la música chilena va a poder posicionarse en el mundo, piensa en los argentinos, siempre hablando de otros musicos, «¿qué te parece Fito, Charly?» ¡se tiran para arriba siempre! Esa educación no la tenemos nosotros. Por otro lado, antes estaban los sellos que de alguna manera protegían al músico, en cambio ahora estamos solos, entonces uno encuentra a un amigo que le ayuda, si uno no genera redes es imposible que tú aparezcas, y eso es lo bonito que está pasando, si te metes a youtube y pones el nombre de uno de nosotros, aparecen los otros. Hay una red. Esa hermandad es muy bonita, todos hablamos de los otros en las entrevistas. Tenemos mucho más que aprender sobre este tema, pero es un inicio.

Sobre tu último disco, ¿de qué se trata?

-Rey Loj se refiere a cómo vivimos el tiempo, y eso es un mensaje que necesitaba compartir, porque creo que estamos entrampados en la presión del segundero; tenemos tantas ventanas abiertas en el celular que no vivimos el presente, no lo gozamos como hay que hacerlo. A mí me cuesta un montó,n y a muchos, y ese presente es el inolvidable, ¡es el único que existe!, es el que te da el brillo en los ojos. Cuando uno viaja se da cuenta que la mayoría de las ciudades tiene espacio para el ocio, y uno sabe que trabaja hasta una hora y en las otras horas hace otras cosas, van a conciertos, juegan, caminan por las orillas del Sena, la gente hace un picnic. En Chile hemos mirado muy mal el ocio, y creo que este mensaje es urgente.

El nombre del disco es un juego de palabras sobre este Rey-Reloj, que es el nuevo Dios. En el disco yo le pregunto al reloj de Londres «ahora que los dioses no existen y los relojes ascendieron a la punta de los templos, tú dime entonces cuántos años tengo, tú dime cuánto me queda, tú dime cuánto vive una mariposa…». Siento que  es un mensaje que se debe tratar desde la música, porque aún la música es la que puede desde esos pequeños espacios de presente a la gente, es el antídoto para combatir al reyloj.

¿En cada espectáculo piensas una estética o es una camino progresivo?

-Cada uno tiene una estética, el de ahora es más moderno y tiene la onda de los engranajes, pero siento que me falta mucho. En Chile todavia no tenemos una cultura de espectáculos, donde los músicos tengan los recursos para poder montar toda la creatividad que queremos. En el disco busqué formas para liberarme de esto y el disco está en 3D,  uno lo abre y aparece una máscara de papel. Cuando se me ocurrió, me dijeron que eso no lo podía hacer, pero al final me contacté con un diseñador taiwanés y lo desarrolló a partir del diseño que hizo mi hermana, asi es que el disco se hizo en Taiwán. (Rey Loj lo puedes descargar en portaldisc y en la web www.pascualailabaca.com puedes encontrar direcciones de tiendas físicas.)

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