Por Valeria Solís T.
Directora de Mirada Maga Ediciones

Desde un comienzo el actor Felipe Ríos se acostumbró a las grandes audiciones para ser seleccionado en un papel, daba igual si eran 500 ó 10 postulantes, porque el ímpetu era el mismo: sentir el placer de empaparse de un rol sobre las tablas.  Con los años se sumarían al teatro, pues nunca lo ha dejado, inolvidables roles en emblemáticas teleseries como «el aguatero» en Pampa Ilusión o el gitano «Perham» de Romané. Y en la actualidad no sólo actúa en obras de diversa envergadura, sino a apostado a dirigir obras del teatro musical con grandes elencos de actores, bailarines y músicos, ayudando de paso, a reencantarnos con el teatro musical, pero el verdadero, el de largas horas de training y preocupado de los más mínimos detalles.

«Yo no tenía muy claro lo que quería hacer cuando partí, sé que quería actuar y que me gustaba. Lo primero que hice fue hacer teatro en segundo año de escuela (Academia Fernando González) con una obra escrita por mi compañero de escuela Sebastián Arrau, se llamaba “Vampiros, amores que terminan a la mañana siguiente” cuenta y relata que esta obra que se estrenó en la entonces multisala Arena de Ñuñoa, a mediados de los ´90, nacía de una investigación en terreno. Así, el elenco se instaló durante un mes a hacerse pasar por prostitut@s en el barrio Suecia para ver cuál era la envergadura de la prostitución infantil. Eran años donde se paseaban lentamente limusinas y autos ABC1. Todo ese elenco, hoy es parte de la familia actoral.

Al año siguiente Andrés Pérez monta una versión de «La Pérgola de las flores» y hace una audición durante una semana donde pasaban filas y filas de actores. Felipe Ríos estaba ahí y quedó seleccionado para el papel de Carlucho. Desde esos años de estudio no paró más de hacer teatro hasta hoy que estrena un protagónico dirigido por el también actor Bastian Bodenhofer.  «En la ópera de tres centavos que también dirigió Andrés en conjunto con Fernando González habían unos 500 audicionantes, y me dieron el protagónico. Estuvimos 8 mees en temporada, con funciones 5 veces a la semana», recuerda.

En esos años, de vuelta de la democracia, se daban temporadas largas, hoy duran un mes…
-Exactamente, y además, generalmente vas a riesgos, porque son pocos los que financian una obra de teatro, quedas contento del corazón…

Con excepción de «Vampiros» partiste con varios clásicos, se dio o te gustaban de verdad
-¡Me encantan los clásicos!, me gustan, sí. Ojalá pudiera siempre hacer una obra clásica. Eso me lo inculcó mi maestro Fernando González. En esa época me tocó participar harto en el Teatro Nacional, donde se mostraban hartos clásicos y él nos enseñaba que el teatro universitaria tenía que tener estos grandes clásicos (dentro de sus carteleras). Que ganas de que uno como actor pueda hacer grandes roles de la dramaturgia mundial, a mí me llena por completo.

Mientras estudiabas llegas a las teleseries, ¿tú buscaste la televisión?
-Me llamaron en el último periodo de una teleserie que ya estaba al aire, se llamaba «Playa salvaje», yo estaba haciendo «La ópera de los tres centavos». Era amigo de Pablo Illanes (autor de la teleserie), nos conocíamos, y fue una obra bien exitosa, era como taquillera. Después me llamaron de Televisión Nacional para “La Fiera”, donde me tocó un rol bien bonito, un rol con su protagonismo, era pareja de la Fran Imboden y era hijo del Eduardo Barril y la Delfina Guzmán. Me tocó un grupo de actores maravillosos. He tenido mucha suerte de los grupos que me han rodeado en los roles que he interpretado, he estado rodeado de gente súper talentosa. He sido muy afortunado en ese sentido, desde los directores hasta mis compañeros y los más chicos que he dirigido yo. Ahora estoy actuando con compañeros más jóvenes y uno trata de ser igual de generoso con ellos, y también igual de disciplinado y mañoso…Si yo aprendí algo con mi maestro fue el rigor y la disciplina, y esas mañas son súper ciertas, por ejemplo el silencio es clave, el respeto del silencio del otro es clave, la puntualidad es clave.

Son miradas de la actuación y del profesionalismo del Teatro, y quizás eso te ha llevado a estar hoy dirigiendo otros grupos de actores y artistas, que no es fácil de hacer, ¿Qué piensas?
-Sí, y claro, dirigir grupos de 100 personas entre actores, músicos, es difícil. Además, porque hay mucha cabeza pensante y opinante, es complicado ser, de alguna manera, imparcial con todos. La disciplina, el orden, claro, eso es escuela.

Me imagino que un artista que le cuesta ser disciplinado, puntual, perseverante pueda levantar obras donde puedas guiar a otros…
-Exactamente, esas claves que estás diciendo son cosas que aprendí más allá del aprendizaje teatral de escuela, se van aprendiendo a medida que uno va haciendo teatro. Cosas claves que me enseñó mi maestro es la puntualidad, si tienes función a las 6 tienes que estar a las 3, porque necesitas horas para prepararte; o el silencio desde la concentración, si estás en un grupo de 100 personas y uno se pone a hacer cualquier cosa, distrae, se va todo el foco; aprender a decir que no, que es algo que debe aprenderse sin que signifique una pelea con tu compañero. Y una cosa clave es que uno tiene que hacerle caso al director “tanto como pueda”, dejas contento al director, pero también metes un poquito de lo tuyo dentro de la creación del actor. A veces el director descubre dentro de la propuesta del actor, entonces el actor tiene que ser inteligente en saber mostrarlo.

En el área de la dirección partiste con los musicales o en teatro?
-Fue en teatro, yo estaba en la escuela. En 1995 cuando se inaugura el edificio de la telefónica, voy a ver una exposición y encuentro un auditorio que no lo ocupaban para nada, y por esas cosas conocí al gerente de esa época y le pedí el espacio para una obra. Ahí dirigí “El Pelicano” de Strindberg tuvo harto éxito, súper buenas criticas y además ¡abriendo un espacio nuevo!

Para crear a Perham se inspiró en un joven gitano de Mejillones

¿Ya estabas en la televisión?
-Claro, estuve haciendo teatro y televisión. Vino la época de gloria de las teleseries chilenas con Vicente Sabatini. Era una linda escuela, con un elenco como teatral, porque era un elenco establecido y todos teníamos como un rol establecido. Además estaba Víctor Carrasco (guionista y dramaturgo), quien a partir de la gran dramaturgia mundial, metía temas y hacía estas teleseries que les iba tan, tan bien.

¿Estuviste en Pampa ilusión?
-Sí, ahí hice uno de los roles que más me han gustado, era súper chiquitito, el aguatero del pueblo, pero que tenía una parte maravillosa, porque llegaba Marés González, que era una gran actriz que llegaba al pueblo y yo me sumaba al elenco de su teatro itinerante ¡y actuábamos de verdad en el Teatro de Humberstone! Era súper lindo. Estaba Rodrigo Pérez también y “Orteguita” (Eduardo Soto) que era maravilloso. Además estaban algunos de nuestros profesores actuando y tú compartías con ellos, era maravilloso. En esos años preparábamos cuatro meses antes las teleseries, teníamos ocho horas diarias paras las distintas áreas que se necesitaran, por ejemplo para Romané (gitanos de Mejillones) teníamos clases de lenguaje, de baile, de comida, de cultura, compartíamos y convivíamos con los gitanos, nos llevaban a las carpas, nos invitaban a sus cumpleaños. Era como preparar una obra de teatro. Te pasaban unos mamotretos enormes sobre la historia de la pampa, del salitre, para hacer pampa ilusión por ejemplo.

Ya que mencionaste la teleserie del mundo gitano, tu papel es muy recordado, ¿te basaste en alguien real?, ¿alguien que conociste allá?
-¡Claro, claro! Era el hijo de la verdadera Male Pasca, murió él también…Trabajaba con nosotros; era un choro pendenciero, andaba con su cortapluma. Yo lo veía todos los días porque acompañaba a su mamá a las clases, y yo lo observaba siempre, cómo hablaba, cómo se movía, cómo reaccionaba.

¿Es tu papel más recordado?
-¡Hasta el día de hoy me dicen Perham en la calle!, y han pasado 20 años (risas). Antes yo lo encontraba patético, porque decía, pobre de mí como si lo único que hubiera hecho en mi vida fue este papel (risas). Pero ahora lo veo al revés, es un personaje que quedó y es muy lindo recordarlo. De hecho mis compañeros que son más chicos en la obra que vamos a estrenar me dicen: habla como Perham…Es bonito, precioso, que esto haya pasado.

TEATRO MUSICAL
Le encantaría generar más escuela en el Teatro musical en Chile, pero lo ve complejo y alejado en el tiempo. Cuando estuvo como director de la carrera de Teatro musical en el Instituto Projazz, pese a su entusiasmo se dio cuenta que faltaba mucho conocimiento en el área, se requería en la escena nacional una disciplina propia del teatro musical donde conviven equilibradamente tres talentos, la actuación, el canto y el baile, pero suele ocurrir que en la práctica unos primas sobre otros. Y dice: Algunos piensan que el teatro musical es comercial y frívolo, pero en la realidad es 10 veces más complicado que un teatro de cámara o tradicional.

¿Cuáles son los elementos claves dentro del Teatro Musical?
-De partida tienen que estar las tres áreas súper desarrolladas, hay quienes si lo tienen, pero en las escuelas de teatro no se explotan esas tres áreas: canto, actuación, baile. El nivel físico que se requiere es de una constancia que yo lo aprendí después de harto tiempo, y fue con Baayork Lee cuando hicimos A Chorus Line (octubre de 2016). Ella había sido parte del elenco original y tenía la licencia del coreógrafo Michael Bennett, pues fue la asistente y amiga personal de él. Por lo bajo duraban 10 horas diarias los ensayos. Partíamos a las 10, pero llegábamos a las 7 para hacer el precalentamiento, para después calentar y estar listos para el ensayo. Terminábamos a las 7 u 8 de la tarde y después repasábamos todo lo que no habíamos aprendido durante el día.

Impresionante…
-Era una preparación donde uno decía “¡Dios mío, dame fuerzas para resistir!” (risas). Yo tengo definitivamente dos maestros: Fernando González y la Baayork Lee. Además, ella traía un método de training que significaba una hora y veinte minutos ininterrumpidos y una coreografía impresionante…estuvimos un mes y medio ensayando, era casi militar (risas).

¿Cuánto tiempo pudieron estar en temporada?
-Eso es lo penca, no hay tanto público para estar mucho tiempo (Teatro Oriente) y las entradas no son tan baratas, porque son grandes elencos y grandes espectáculos, se encarece el tema.

Hace unos años atrás estabas haciendo musicales en alianza con un mall. ¿Actualmente y de alguna manera reventó el estilo y hay un público que asiste?
-Pero se ha ido distorsionando un poco el género.


-Efectivamente yo partí con esta alianza, pero se fue un poquito a las pailas, porque lo comercial se lo comió. Como que no importa la calidad o el nivel artístico, sino que importa cuánto vende, cuánto marketing tenga y qué figuras televisivas actúen. Yo podría destacar un par de obras en las que me ha tocado participar y donde sí hay talento desde la actuación, desde el canto y desde el baile. Hay musicales donde se habla hasta de la colusión del confort, donde cualquier cosa sirve, ¡se desvirtúa! Además no se pagan los derechos (derechos de autor y licencias), le inventan un apellido al original y listo, no es que estén trayendo los musicales originales para que se monten acá como debiera ser, porque plata hay, entonces me pregunto ¿Por qué no hacerlo profesionalmente?, ¿por qué no hacer verdaderas audiciones?¿porque?¿por qué? Son infinitos los porqué.

¿Cómo partiste en esto?
-Con esta alianza hicimos una versión de “La Pérgola de las flores” para el bicentenario, donde se unió el gobierno de la época y lo pudimos hacer en la Plaza de la Constitución. Paralelamente estaba justo con funciones de «El hombre de la mancha” en el Teatro Municipal, que estaba con mucho éxito, yo me había conseguido los derechos y nos estaba yendo como productora muy bien (compuesto por tres personas), entonces decidí ir un par de semanas a Londres para ver musicales. Me pegué una turne de musicales maravilloso, y justo Andrew Lloyd Webber había estrenado «El mago de Oz», y decidimos hacerlo acá como parte de esta alianza. Me conseguí la licencia de la obra, lo empezamos a montar y fue maravilloso. En esos años no había pantalla led como ahora e hicimos efectos teatralmente. Por ejemplo cuando la bruja se derretía, había un hoyo en el escenario para que ella desapareciera y no con efectos.

¿Dónde se presentaron?
-¡En todo Chile! Hicimos una gran audición para todos los roles. Consuelo Shuster hizo de Dorothy, impactante ella, tiene una voz privilegiada. Estaba también el Pipo Gormaz, el cantante Daniel Guerrero, Gonzalo Muñoz Lerner, Loreto Aravena, Julio Milostich. Eran unas 25 personas entre actores y cantantes.

¿Tú dirigiste todo este espectáculo?
-Sí, ¡todo, todo! Y después de recorrer todo Chile nos fuimos al Teatro Las Condes.

¿Te proyectas en el Teatro musical?
-¡Me encantaría proyectarme!, pero no sé si crear escuela, porque la gente que quiere tomar ese tipo de aprendizaje se va afuera, van a Estados Unidos, a Londres, porque acá no se montan muchos espectáculos con la exigencia que esto requiere. En Chile lo vocal se trabaja y harto, hay grandes profesores y profesoras, en la actuación es donde mejor nos defendemos, porque tenemos grandes maestros de actuación, pero el problema que tenemos es de integrar las tres disciplinas y que sea un todo fluido. Como que no hubiera esa conciencia de que no puede haber prioridad de una disciplina sobre la otra. Las tres tienen que estar muy bien fusionadas.

Bailando en el Corpartes
A Ríos también le encantaría hacer más cine (ha participado en 13 películas), por lo pronto en mayo del próximo se iría a islas Canarias para ser parte de un largometraje español. Pero ahora está concentrado en su nuevo papel protagónico en la obra «Historias de amor con hombre bailando» que dirige Bastián Bodenhöfer quien adaptó la novela del escritor chileno Hernán Rivera Letelier.

Felipe Ríos interpretando al «feo» junto con Maira Bondenhôfer. Créditos: Géronimo Berg

«Es una historia muy bonita, porque el autor escribe de una manera muy didáctica, muy sencilla, lleno de imágenes, con personajes alegóricos en una zona tan mágica como el norte de Chile. Es la historia de Fernando Noble a quien le dicen el Feo. Ese lo protagonizo yo (risas),  es un hombre que no se ríe nunca y eso me ha costado mucho, porque ¡yo me río todo el rato! Y bueno, este hombre llega recién casado (papel que interpreta Maira Bodenhöfer) al pueblo de Coyan buscando mejores opciones de vida, pero no encuentra nada. Él es el mejor bailarín del norte, pero nadie lo sabe en este pueblo hasta que llega a una fiesta del salón social y el pueblo queda revolucionado, y hay un personaje que se llama “El Peineta (Emilio Edwards), que era el mejor bailarín de Coya, y se provoca una gran rivalidad, que es uno de los temas de la obra, porque son las historias de amor el gran tema,que son preciosas».
La obra que tendrá una temporada desde el 1 al 23 de junio en el Centro Cultural Corpartes (Rosario norte 660), cuenta con música en vivo compuesta y dirigida por el saxofonista Andrés Pérez (acompañó a Sting en presentación de Viña del Mar) y la dirección de danza a cargo de Belén Larena.
Ha sido una gran sorpresa trabajar con Bastián. Somos amigos y hemos trabajado juntos, pero nunca me había dirigido. Ha sido muy lindo, tiene mucha paciencia, es muy claro en lo que quiere y tiene cosas como si estuviera haciendo una película romántica francesa. Gran hallazgo como director, hemos tenido un muy bonito proceso, concluye con su característica sonrisa.

Abrir chat
Hola 👋
¿En qué podemos ayudarte?