Por Miranda Ricardi
Música y activista vegana
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@miradavegan (blog vegano)

En el número anterior de Mirada Maga, pudieron conocer un poco más del veganismo y de sus beneficios tanto para nuestra salud y la de nuestro planeta, sin dejar de lado por supuesto, la ética de no dañar innecesariamente a millones de animales por año.
En este número quise compartir parte de mi experiencia de cómo comencé el proceso de transformación al veganismo y todo lo que eso conllevó. Como ya conté anteriormente, fue una visita al zoológico de Santiago el que despertó en mí la consciencia de querer hacer algo más por los animales. Luego de eso fue cuestión de informarme más al respecto para hacer el cambio, Hubo 3 documentales-películas que me resultaron fundamentales para comprender más y convencerme de que estaba tomando una buena decisión, Cowspiracy, What the Hell y Okja, (los tres títulos se encuentran en Netflix), cada una aborda una de las aristas que contempla el veganismo.
Yo comencé mi transición en Julio del año 2017. Sabía que cambiar todo mi estilo de vida de manera tan radical no iba a ser sencillo; primero corté el consumo de carne de todo tipo, lo hice de un día a otro, sin darme un banquete de “última vez que como carne”, porque sabía que así me iba a costar más. Me manejé así por aproximadamente uno o dos meses, tratando de que mi comida no fuese sólo lechuga o fideos blancos. Aprendí, después de muchos intentos fallidos y desabridos, a cocinar la famosa carne de soya y el tofu, y descubrí en las legumbres un sustituto perfecto.
Hoy existen muchas maneras de sustituir la carne, en lo personal me gusta mucho cocinar así que estos nuevos descubrimientos de hacer una proteína desde distintas verduras y legumbres me entretuvo harto, pero sé que hay personas que no lo disfrutan. Para ellos, está la tranquilidad de que hay un mercado bastante amplio de sustitutos de carne, en supermercados cada vez hay un lugar más grande en los pasillos de hamburguesas, salchichas, chorizo en su versión vegetal, yo no lo recomiendo demasiado porque se trata de mucha comida procesada, pero para partir, es una buena opción. Eso sí, no lo coman esperando que sea el mismo sabor y misma textura de la carne, porque no lo será, hay marcas que se aproximan mucho, pero son las mínimas, aún así, la mayoría son muy sabrosas.
Bueno, siguiendo con la transición, la leche fue muy fácil de dejar porque en lo personal, nunca he sido muy fans de su sabor, no fue así con el yogurt, pero encontré unos de soya en el supermercado que lograron satisfacer mi necesidad.
Con el huevo, tan común en las casas, fue cosa de hacerme las ganas solamente.

El queso como una droga
Iba todo bien en mi cambio y sustitución de alimentos hasta que llegué al queso. Tengo muchos conocidos vegetarianos que me dicen que no logran hacerse veganos por el queso, es que es tan delicioso, imaginar una empanada con queso chorreando a todos se les hace agua la boca, pero ¿se han cuestionado porqué? Los lácteos contienen una proteína llamada caseína, cuya cantidad en el queso es 10 veces mayor al resto de los lácteos, esto al ser digerido por nuestro cuerpo genera la misma sensación de placer y bienestar que el consumir drogas opiáceas (heroína, morfina, demerol, metadona, entre otras). ¡Es por esto que es tan difícil de dejarlo!, pero teniendo esto en consideración es sólo cosa de hacer fuerza mental y voluntad. Lo qur yo hice fue sustituirlo con palta y hummus hasta que un día descubrí los quesos vegetales, que no tienen nada que envidiarle al de origen animal.

Cambios en mi cuerpo
Obviamente, el cuerpo cambia al pasar a una dieta vegana, pues el consumo de fibra se incrementa y se reduce el consumo de alimentos que generan estreñimiento u otros malestares de retención, por lo que lo primero que podrán notar es una aceleración en el metabolismo. Al principio, es incómodo pues puedes estar más hinchado de lo normal, pero con el tiempo el cuerpo lo aprende a regular. Esto en mi provocó una pérdida de peso importante, pues aparte llevaba una rutina de ejercicio regular, no llegué a la delgadez extrema ni nada por el estilo, de hecho con el tiempo volví a mi peso de siempre, pero sin engordar.
Otra cosa que cambió es la acumulación de grasa, tanto en el cuerpo, como en el pelo y la piel, pues ésta se debe en su mayoría al consumo de lácteos.
El tema espiritual para mí también fue importante, pues empecé a sentir cada vez más paz conmigo misma. Finalmente el saber que estaba viviendo una existencia en la que no haces ningún daño consciente a otro ser, hace que todo valga la pena.

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