Por Valeria Solís T.
Directora Mirada Maga

Fue desahuciado a los 30 años, el daño de su hígado era fulminante y sin explicación. Meses antes manifestó crisis de pánico, lo mandaron a hacerse terapia siquiátrica, era obvio a vista de la médica tratante que el estrés lo estaba superando. Luego vinieron desmayos frecuentes, no podía mantenerse en pie, le dieron dos meses de vida y lo mandaron a morir a su casa. La Isapre lo expulsó argumentando preexistencia de algo que ni los médicos sabían qué era. Las puertas del sistema convencional se cerraban en sus narices hasta que un amigo que venía desde Alemania lo tomó y lo llevó donde un médico que ocupaba unas máquinas de bio-resonancia. Así fue el acercamiento del psicólogo clínico Pablo Lazcano (51 años) a lo que sería su camino profesional: la terapia frecuencial a través de dispositivos electromagnéticos y sonoros.

Pablo, ¿siempre tuviste interés por lo fisiológico?
-Desde mi formación universitaria. Yo estudié en la Universidad de Concepción y ellos tienen una línea biológica muy fuerte. En la Psicología eso se enmarca en lo cognitivo-conductual, más estudios del estímulo y respuesta y de los procesos de aprendizaje; una raigambre muy fuerte en biología y neurología. Hoy la neurociencia tiene un protagonismo que antes no existía, esa universidad junto con la Chile fueron pioneras. En lo personal si bien tengo una base fuerte en esas materias, en mi formación me nace un gran interés por el diagnóstico diferencial.

¿Qué significa eso?
-Que, por ejemplo, en el tema sicológico por el cual llega la persona debes asegurarte que su sintomatología no tenga alguna precondición biológica. Me ha llegado mucha gente con un diagnóstico previo de crisis de pánico y después encuentras que hay un hipotiroidismo muy desatado.

¿Cómo llegas a interesarte en el diagnóstico diferencial? 
-Por un tema personal, cuando en 1999 me declararon una muerte hepática progresiva, una hepatitis tóxica fulminante, sin tener nada previo, lo único que ellos sabían era que al ritmo que iba muriendo mi hígado no tenía más de dos meses de vida.

Pero eso es impactante
-Sí, yo me despertaba y me desmayaba. Dos semanas después la isapre me echó, el sistema me abandonó completamente, con una carta muy miserable y me eché a mi suerte…

¿Cuánto tiempo pasó desde las crisis de pánico a esto?
-6 meses. Me hice muchos exámenes hasta que vieran lo del hígado, pero no nació de la médica sino que fue por mi insistencia. La primera doctora que me vio atribuyó mis síntomas a temas sicológicos, a que yo trabajaba demasiado y que mejor fuera al siquiatra. Finalmente, por mi insistencia me derivó a especialistas; fui a todo lo que la medicina convencional me ofrecía hasta que me fui a morir a mi casa. Justo llega un amigo desde Alemania, se entera de lo que me pasaba y me lleva en su vehículo hacia un centro de tratamientos en Santiago, ahí vi por primera vez las máquinas de bio-resonancia.

¿Y ellos qué te dicen?
-Me encuentran un hongo en mi hígado, a través de unas máquinas alemanas que ellos usaban, ahí me elaboraron unas gotitas que irradiaron con frecuencias electrónicas, lumínicas decían ellos, y me cambiaron completamente la alimentación, me obligaron a comer sólo carne roja.

Te descubren este hongo ¿y logran pesquisar cómo llegó ahí o no lograron ver eso?
-Básicamente yo tenía un trastorno alimenticio, porque no me alimentaba nada de bien, mi dieta era de un 90 por ciento carbohidratos y aprendí que ese hongo que tenía en mi hígado se alimenta completamente de carbohidratos. Te hablo de los años 90, no se sabía mucho del hongo candia, y lo que yo tenía era una candidiasis sistémica concentrada en el hígado.

¿Esos médicos donde se formaron?
-Quien tomó mi caso es dentista de profesión y como operador de este dispositivo logró hacer el diagnóstico, y me hizo un tratamiento: cambio de dieta y las gotitas que ellos llaman remedios frecuenciales o energéticos. Una frecuencia  se usaba para drenar las toxinas en mi hígado, otra era para destruir al patógeno. Todo de manera muy dosificado. Estas máquinas en su mayoría tienen en su base de datos el perfil frecuencial de algunas plantas. En rigor, es un remedio es frecuencial o energético.

¿Qué pasa contigo?
-En dos sesiones me salvaron la vida.

Te diagnostican y te sanan, ¿cómo pasó eso? 
-Lo primero es que ellos verifican que en mi caso se trataba de un proceso de intoxicación desde adentro hacia afuera (hongo en el hígado) entonces la decisión que toman es de acuerdo a lo que pasa al paciente, y en este caso estaba fallando mi proceso de natural de desintoxicación. Mi recuperación fue en un mes, dejé de desmayarme a la segunda semana. Recuerdo que cuando el terapeuta me dijo nos vemos en un mes más, yo le dije, que no podía ser porque me quedaba la mitad de tiempo de vida que me habían dado, y él me dice:  “tranquilo ¡si vas a estar bien!”, porque ellos sabían cómo matar el hongo. Al mes se chequea que el hongo estuviera totalmente destruido, y en el segundo mes  era para recuperar la funcionalidad de mi hígado, entonces de comer carne roja pase a comer solo vegetales y además me agregan tomar cápsulas del cardo Mariano, una planta muy estudiada, es la única planta 1-1, es decir, que una célula vegetal tiene la capacidad de regenerar una célula animal.

¿Cuándo te dan el alta?
-Tras el segundo mes me indican que mi recuperación era total. Mi salvación se dio en un lapso de dos sesiones.

¿Qué ocurrió contigo después de esa tremenda experiencia?
-Me trato sólo con esta medicina y además empecé a aprender. Yo tenía un acceso más fácil a ese campo por haber tenido una formación espontánea en el ámbito espiritual y de comprender que básicamente estamos constituidos por energía, o somos energía precipitada en distintos niveles, entonces me pareció una medicina compatible. Esto está dentro de lo que se conoce como medicina energética, pero se engloba es la medicina complementaria.

¿Qué hacen estos dispositivos?
-Todas estas máquinas operan a través de un modelo que funciona bajo el principio de la resonancia. Es decir, si hay un emisor de una frecuencia y hay una serie de receptores de ella, aquellos que tienen las cualidades estructurales para vibrar con esa frecuencia va a transformar este campo en una actividad mecánica. Esa energía puede venir de forma sonora, eletromagnética o lumínica, y la transformará por resonancia en una vibración mecánica. Lo menos difundido es la frecuencia sonora en la cual estoy trabajando muy fuertemente.

Decides dedicarte a este tipo de medicina y cómo partes
-Primero me dedico a estudiar las plantas y hago muchos cursos. Pero el año 2013 me vuelven a desahuciar, pero con otro diagnóstico: leucemia linfática crónica y al año siguiente de polisitemia.

¿Qué significa?
-La leucemia linfática crónica es un trastorno del sistema linfático, pero yo descubro que era por un virus que bloqueaba mi sistema y lo taponeaba de tal manera que me mataría en dos años. Se trataba del virus linfotrófico humano, en su variante 1, la más letal.

¿Lo revertiste?
-Primero empecé a llenarme de infecciones cada vez más fuertes, y con lo que había vivido no fui a un médico convencional, sino que  directamente a un médico que trabajaba con estos dispositivos, era  cubano y me dice que primero mataríamos al virus con esa máquina, pero hacer el tratamiento salía carísimo, porque había que dispararle al virus prácticamente todos los días durante un mes, entonces me dice que me convenía comprar la máquina y que él me guiaría. Yo lo pienso y no me hago el tratamiento, pero a los 8 meses me viene la policitemia y decido comprarme la máquina, que en ese momento me significó una inversión de 10 millones aproximadamente, y supervisado por el médico que me enseñó a usarla, hice formaciones paralelas, me metí al Instituto chileno de fenomenología médica y me meto de lleno a la medicina integrativa. La remisión total de la leucemia se provocó tras 6 semanas y la policitemia en 3 semanas.

¿Cómo abordas la terapia frecuencial?
-Hago el diagnóstico diferencial que mencionaba antes, es decir, si llega alguien con crisis de pánico, primero chequeamos la tiroides, que se haga un examen de tiroides que eventualmente no va a pesquisar el detalle, pero con una mirada de medicina integrativa uno se fija que la persona está en el límite inferior de la producción de la hormona y la pregunta es por qué no está en plena capacidad, y en bio-resonancia se notará con los indicadores frecuenciales.

¿Cómo se llama lo que hacen las máquinas que utilizas?
-Todas están en el ámbito de la bio-resonancia, aunque algunas son más especializadas en el diagnóstico, donde hacen barridos sistémicos generales, lo cual permite varios diagnósticos al mismo tiempo, considerando un margen de error, esa máquina opera a través de campos galvánicos: tomas unos electrodos en tus manos en un nivel tan bajo que no sientes nada, en un amperaje muy bajo. Tienes estas otras de corte electromagnético, que ocupas sobre una camilla, donde el paciente está sobre esta manta y recibe la frecuencias, algunas partes del cuerpo las va absorber otras las dejará pasar, son máquinas orientadas a tratamiento, porque ya sabes el diagnóstico. Yo opero con dos dispositivos principalmente aunque tengo cuatro.

Pongamos un ejemplo, llega un paciente con depresión a tu consulta, qué pasa ahí
-Tu le propones el uso del dispositivo, es con consentimiento informado, le indicas el margen de error, le adviertes de las contraindicaciones como embarazo o epilepsias o dispositivos electrónicos como marcapasos, y dado el consentimiento se hace el diagnóstico diferencial.

La máquina que yo vi muestra la proyección de un cuerpo humano y se ven puntos verdes, rojos, amarillos, negros, azules que van indicando lo sano o no que está esa parte del cuerpo, ¿con esa información se obtiene el diagnóstico?
-Esos puntitos que viste lo que hacen es mostrar en primera instancia la capacidad que tienen los tejidos para mantener su equilibrio homeostático, es decir, la capacidad de un tejido vivo de mantener un equilibrio estable en relación a un entorno cambiante, es una capacidad de adaptación, y esto puede verse mermado por la presencia de toxicidad o de patógenos o contaminantes como metales pesados, te entrega una primera visión sospechosa de lo que no está en su máxima capacidad. En una segunda lectura puedes ver si esa capacidad homeostática significa que hay un proceso inflamatorio, irritativo o un proceso de disminución de la vitalidad del tejido, con esa información puedes elaborar cuadros sistémicos, ¿qué es lo que inflama este tejido? Por eso elegí los dispositivos que tengo, la máquina rusa que hace esta lectura, porque a diferencia de otros dispositivos, ésta hace miradas sistémicas.

¿Qué hace la persona con ese diagnóstico?
-Puedes tener varios indicadores fisiológicos que son concomitantes a una depresión por ejemplo, entonces se abre la red de tratamientos, no sacas nada con hacer sicoterapia si no compensas por ejemplo, un hipotiroidismo, entonces  lo contacto con un médico tratante de la línea integrativa que puede recomendar ejercicios de yoga que fortalecen la irrigación sanguínea de la tiroides, o bien, la persona tiene principio de celiaquía y quien te puede guiar es un nutricionista con mirada integrativa que comprenderá ese informe. Haces una cadena de derivación potencial. Lo que yo también veo es algo que puede resolverse de manera doméstica, y es algo en lo que he trabajado en los últimos años que es la elaboración de dispositivos de sonido.

¿Qué significa?
-Un sonido frecuencial puede matar un patógeno en 3 días y no tienes que ir a exponerte a otras máquinas frecuenciales, te llevas el sonido a tu casa, sigues un protocolo para escucharlo y el bicho lo puedes matar en 3 días, como el que provoca las ulceras, que es muy común, pero luego te concentras en la regeneración de tejidos.

¿Cómo elaboras estos sonidos?
-Es importante aclarar que hay una base de datos que ya existe, hay un acopio más o menos grande de casi 70 años de investigaciones en Alemania, Rusia, Estados Unidos, donde han elaborado un mapa frecuencial de patógenos, el cual se va actualizando también, porque uno va creando los propios y los  comparte con colegas, va intercambiando, porque la idea es que esto se difunda. Entonces este banco de frecuencias lo aplicas a través de electromagnetismo, o en mi caso, a través de sonidos ambulatorios para que la gente lo pueda escuchar en su casa. Debes darle información al paciente sobre el bicho y cómo evitarlo y sobre el sonido y su uso.

¿Qué valores tiene un tratamiento así?
-Encontrarás en el mercado centros que te cobrarán 120 mil pesos, lo cual es privativo de la mayoría y otras 80, 60, 40. Yo cobro 40 mil por mi diagnóstico, donde tienes una lectura masiva de varios elementos de tu salud, después vienen las sesiones de tratamiento si las hubiese. La idea es que la persona en pocas sesiones mejore su salud, pero te puedes llevar un tratamiento sonoro frecuencial para tu casa que te puede costar 15 mil si es un sonido único para un bicho determinado o bien te llevas varios.

¿Hay muchos lugares que ofrecen estos tratamientos?
-Actualmente en Santiago conozco 6 centros formales y varios terapeutas, médicos, kine, psicólogos que tienen sus pequeñas máquinas y trabajan en sus consultas, sé de gente en Valparaíso, de Concepción.

¿Todas las máquinas que se están usando son efectivas?
-No, hay una proliferación. Hay máquinas carísimas de hasta 30 millones de pesos, y la razón es que normalmente tienen detrás investigadores, certificaciones, actualizaciones, códigos y que pueden ser utilizadas sin peligro, porque han tenido que pasar por todo un proceso de pruebas para esa certificación. Pero también hay dispositivos por 400 mil pesos, que son pequeñas con dos electrodos, yo las he tenido en mis manos y hago una prueba muy simple, son máquinas chinas o hindúes, y al poner mis datos pongo otra edad y el resultado me sale distinto, por lo tanto, la máquina no te está leyendo sino que está actuando sobre la base de probabilidades. Yo empleo máquinas certificadas con líneas de investigación muy largas además de tener una red de profesionales que constantemente están retroalimentando. Mi recomendación es ser cuidadosos con los estafadores.

De Tesla hasta hoy
«Fue cerca de la década del 50 cuando se ve que estos dispositivos que son capaces de emitir o de leer frecuencias electrónicas, básicamente de corriente continua, con un nivel de mucho más fino. Esto parte cuando el científico ruso Nikolas Tesla, investigaba la corriente continua, y un alemán de apellido Voll, que venía de la acupuntura, se planteó que si existían los meridianos había que medirlos, quería demostrar que existían. Entonces habló con Tesla para que hiciera un dispositivo con corriente continua (a diferencia de la corriente alterna puede ser medida con mucho detalle, si la corriente alterna se mueve entre 40 y 40 hercios, la corriente continua se mueve desde milésimas de hercios a giga hercios). Así, él demostró la existencia de los meridianos, y esto termina convirtiéndose en una máquina que se conoce como electro-acupuntura. Hasta la fecha todo este conocimiento ha tenido un tremendo desarrollo, y hoy puede hacerse un perfil áurico del cuerpo humano y coincidir fuertemente con la experiencia de otros profesionales de la salud que lo pueden constatar», explica Lazcano, «hoy en día es importante que uno tenga una formación en fisiopatología de sistema, en organismos patógenos, de cómo operan en el cuerpo, y le sumas a todo esto la bio-resonancia como dispositivo.

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