Por Valeria Solís T.
Directora Mirada Maga Ediciones

*Esta entrevista se realizó en 2017

Silvia Selowsky es una mujer menuda, de voz pausada y a ratos entusiasta, se recuerda tímida de joven, sin embargo logró pararse sobre sus propios miedos y vivir experiencias claves en el camino del autoconocimiento. Vistió de rojo por 6 años, sin importar qué pensarían de ella en sus reuniones de relaciones públicas, meditó, bailó y reflexionó en los templos del maestro Osho en India y Estados Unidos. Aprendió I Ching e interpretación de sueños con Lola Hoffmann incluso le leí en alemán. Fue parte del grupo de buscadores y místicos que a finales de los 80´ declaró que la Era de Acuario había llegado. Aprendió Tarot y lo tomó como herramienta para trabajar el inconsciente y de pronto, entre tanta inquietud venida del corazón y la tierra decidió crear un oráculo, uno de los más prestigiosos que existen por su rigor investigativo y su orientación terapéutica: «El oráculo de las Diosas».

«Creo que es muy importante el camino interior, que uno sepa para qué vino al mundo y en mi caso personal era venir a servir y hacer de puente con lo divino interior, llámese Dios, Diosa, Jesús, Osho, Universo, como lo llames. El camino interno ha sido algo muy esencial, es lo que te llena, te sirve, lo que te hace sentido», aclara.

Silvia estudió un par de años sicología, pero decidió cambiarse a periodismo, ambas carreras en la Universidad de Chile, sin pensar que en el futuro, en un camino paralelo, tomaría cada vez más fuerza la búsqueda de sentido espiritual, «siempre sentí, desde muy joven que las respuestas estaban en múltiples fuentes, era multicultural». Tiene una hija y dos nietos y curiosamente hace un par de años le tomó el peso al origen. «Yo crecí con la confusión: ¿soy chilena, soy alemana, soy judía? Decidí ser chilena. Con los años me ha venido un cambio de mirada…..los orígenes también cuentan». Sus padres, judío alemanes, se conocen en Chile tras arrancar del genocidio y un año hizo unviajó que llamó «muy personal» donde recorrería las calles y rincones donde vivieron sus padres. Descubrió que un pequeño pueblo es hoy de Polonia y no de la Alemania de mediados del siglo XX, conoció también el campo de concentración donde estuvo su padre, respiró, reconoció y recuperó algo que estaba pendiente. De paso, la Embajada de Chile le dio espacio para que diera una charla sobre los arquetipos femeninos, curiosa sincronía, donde se mezclaba un pasado doloroso con el aprendizaje para otros.

El periodismo cultural y las Relaciones Públicas

Si bien a los 17 años inició su búsqueda de respuestas y ubicó a Adriana Schnake para desarrollar terapias gestálticas y de sueños, Silvia tenía concentrada su energía en el periodismo. Trabajó por cinco años en el diario El Mercurio escribiendo sobre arte bajo el seudónimo de un pintor y cronista italiano del 1500, Jorge Vasari, cuando intentó poner su nombre no lo encontraron pertinente. Curioso comienzo. Después vendrían espacios para escribir sobre arte en Revista Ercilla, Hoy y Revista Paula. Esta última en pleno desarrollo de su mirada más feminista, que consideraba a las mujeres personas, con Delia Vergara a la cabeza y un equipo integrado por Malú Sierra, Isabel Allende, Amanda Puz, entre otras grandes.

«Estuve como tres años con mis crónicas de arte. Yo muy pequeñita frente a estas grandes mujeres. Era bien bonito todo, Delia era discípula de Lola Hoffmann, eran mujeres que habían querido crecer. Para mí el arte por supuesto que fue algo sumamente enriquecedor», dice.

El golpe militar la pilló en Buenos Aires, no era posible regresar en ese momento. Tuvo que quedarse en Argentina, y sólo a los tres meses le pudieron ir a dejar a su hija. Fue Adriana Schnake quien cumplió esa labor. Un año estuvo,  y no aguantó más, regresó a Chile, aunque fuera riesgoso. Pero bajo el brazo tenía dos armas que no dimensionaba cuánto le servirían: manejaba el inglés y el alemán. Llegaría entonces a trabajar con Liliana Mahn, la blonda mujer rostro de los años 80´, a Sernatur como jefa de relaciones públicas, «no ganaba mucho, pero tenía trabajo», advierte. Eso duraría alrededor de 5 años. Luego vendría un proyecto independiente con la misma Liliana, la consultora de relaciones públicas «Alto nivel».

Pero en paralelo se gestaba otro proyecto personal.

Silvia, tú eres parte de los cimientos de las transformaciones de autoconocimiento en Chile, o fuiste parte o fuiste testigo…

-Claro, estuve, fui parte, recuerdo una vez que en revista Uno Mismo nos pusieron como los pioneros de Chile. En esa época que escribí para revista Paula, ellas iban con Lola Hoffman.

¿La conociste también?
-Mucho…, yo le leía en alemán, que es mi lengua materna, y estuve alrededor de tres años en sus talleres sobre antropograma, que era una especie de síntesis de la mirada del ser humano frente a todas las religiosidades, también estuve aprendiendo I Ching con ella ( Lola Hoffman es la traductora de uno de los libros más vendidos sobre el I Ching en Chile) y sobre interpretación de sueños. Por eso yo me especialicé en el tema de interpretación de sueños porque aprendí con ella y antes con Adriana Schnake. Recuerdo haber escrito un artículo cuando ella murió que llamé «Testimonio: cómo nos cambió la vida», refiriéndome a lo que significó el encuentro con Lola. Ella era muy seria, muy profunda, muy mística y espiritual. Hubo un movimiento que se llamó «Iniciativa planetaria, para elegir el mundo que queremos vivir», ella era la líder de esto ¡y tenía como 75 años!

¿Fuiste parte del grupo que se juntaba en la casa de Pedro Engel a aprender, hacer rituales…?
-Por supuesto, de hecho nosotros dimos por declarada la era de Acuario en el patio de Pedro, fue el 17 de agosto de 1987. Estuvimos toda la noche despiertos, bailando. Fue muy bonito, muy profundo. Teníamos apoyo, nos reconocíamos. Cuando vino el Dalai Lama por ejemplo, éramos 40 personas y a mí me tocó traducir. Teníamos mucha conexión, había una comunidad entre los buscadores espirituales, si lo ves así, estaba Delia Vergara, Pedro, Cecila Mayer-Reichnitz, Luzclara, Gonzalo Pérez, Beatriz Gemnszch; todos en torno a ser sanadores.

¿Qué hay detrás de la búsqueda que has hecho?
-Creo que había una búsqueda de llegar a la esencia, a las propias respuestas. Siempre sentí que lo multidiverso para mí era esencial. Nunca creí en el puro cristianismo, ni en el puro judaismo, ni en el puro yoga, porque siempre he sentido que hay muchas respuestas (en distintas fuentes), y eso sí ha marcado mi vida y mis libros, claro.

¿Y te llevó a experimentar?
-Lo más característico de mí es que soy discípula de Osho. En 1978, más o menos, tomé «sannyas», las enseñanzas y prácticas para ser su discípula. Eso significaba vestirse de rojo, andar con un rosario colgando con la foto de él, meditar dos horas diarias, cambiarse de nombre (Ma Dhyan Mudra: postura de meditación). Recuerdo que durante 6 años yo iba a reuniones de relaciones públicas completamente vestida de rojo.

¿Cómo llegas a él?
-En 1980 y 81 empezó a moverse el pensamiento de Osho en Chile, se armó un grupo con quien arrendábamos una casa, nos juntábamos a meditar. Era un estilo muy libre, pero no como se le imputada de sexo, drogas. En 1985 hubo un escándalo en Estados Unidos, porque en el fondo tenía muchos seguidores y era muy libre en sus planteamientos, entonces hubo acusaciones en contra de él, sin embargo yo seguí siendo discípula de Osho y siempre hablo de él. Esto es porque tuve un gran cambio a través de sus enseñanzas, particularmente relacionadas con el cuerpo.

Qué significaba vestirse de rojo?
-Conectarse con tu primer y segundo chakras y reconocer tu vitalidad y tu fuego interno. El rojo te da energía, vitalidad; yo siempre ando con algo rojo. No es un invento de él, sino se lleva a la práctica.

De todas las disciplinas que aprendiste, ¿por qué el tarot?
-Yo me formé durante tres años, primero con Wilma Hanning, quien era además una gran escultora, y una gran transmisora  (de conocimiento), fue un estudio de tarot maravilloso. Me gustaba el hecho de ver la lámina y que te «hable», y es algo muy concreto. Eso fue más o menos en 1982, y prontamente hice clases de tarot. Una vez leí que Osho decía que cuando tú haces clases estás obligado a saber mucho más, entonces al tiro empecé con clases de tarot hasta ahora. Mis talleres de grupos pequeños, entre 5 y 9 personas, que es lo que me acomoda para el crecimiento personal.

Hay muchos que tienen el prejuicio frente al concepto de adivinación que poseen las cartas, ¿qué piensas de eso?
-Siempre, siempre he dicho que mi misión es de orientación en el autoconocimiento, y el tarot en ese sentido me parece un instrumento ¡muy potente!. Como son arquetipos que están dentro de la síquis de todos; solo falta la apertura para conectarte con eso. Por eso también enseño meditación con cada arcano del tarot.

El Rescate de las Deidades

El Oráculo de las Diosas funciona como una especie de tarot femenino que tiene agrupadas a las diosas de las culturas pre patriarcales, cristianas, paganas, orientales y occidentales. Las cartas fueron pintadas por la artista chilena Ana Taulis y Silvia escribió un libro de 350 páginas. Aparece en noviembre de 2004, bajo el sello Editorial Grijalbo del Grupo Random House Mondadori. En 2008 la autora realiza una nueva edición bajo su propia editorial: Ediciones del Ser. El libro se ha pubicado en Mexico, Estados Unidos (Miami).

¿Cómo creas el oráculo, cómo llegas a eso?
-Entre el 90 y el 2000, más o menos, todo el mundo era tarotista y empecé a pensar que tenía que hacer algo distinto y me pregunté ¿qué falta?, «el empoderamiento de las mujeres», eso sentí. Cuando por ejemplo vino a Chile, a fines de los 80´, Vicky Noble (Tarot Madre Paz) no había pensado algo así, porque tampoco soy feminista, es decir, valoro a las feministas por la reivindicación, pero centré mi energía en otros aspectos de lo femino. Y bueno, lo primero que hice fue buscar a una pintora que pudiera recrear las imágenes de los 28 arquetipos antropológicos, sicológicos y místicos. Cada una de las diosas era totalmente distinta una de la otra. Y resultó que la editorial Random House en ese tiempo (Penguin, hoy) le compró los derechos a la pintora de las cartas y a mí por el libro. La relación duró 5 años con la editorial.

Hasta la fecha  se han vendido 8 mil ejemplares.

¿Cómo lograste construir estos arquetipos?
-Demoré cinco años: investigando y decidiendo. Por ejemplo, todos los rituales que aparecen en cada una de las diosas, son rituales que yo recree del conocimiento que tuve en terapias tanto en la comunidad de Osho (estuvo en las comunidades de Estados Unidos y de la India) como en mi trabajo terapéutico con Lola  y Nana Schnake; son cosas que yo experimenté, recree y transmití.

¿Por qué son 28, por el ciclo lunar? 
-Por el ciclo lunar y también porque Saturno demora 28 años en pasar por tu signo y eso marca un cambio importante en el ciclo de tu vida.

Actualmente, Silvia está dando a conocer su agenda Astrológica 2017, Mitos y Dioses. Una completa agenda de 190 páginas con información para comprender los mensajes de los astros. El Sol, la Luna, el ascendente y los planetas, dioses y diosas regentes de los signos; todos los tránsitos lunares y planetarios con la hora chilena. «son las herramientas que nos entregan las pistas para comprendernos más y mejor», dice. (Contacto: www.silviaselowsky.cl)

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