Por Valeria Solís T.
Periodista y Escritora
Directora Mirada Maga

Hace 20 años atrás un impulso creativo puso la mirada en un puente frente al Parque Forestal. ¿reciclaje patrimonial? Quizá la entonces compañía «Sombrero verde» (María Izquierdo, Caioa Sota Willy Semler, entre otros) sólo pensó en encontrar un lugar central y original para actuar, sin dimensionar que vendrían otros actores que la fortalecerían. Fue así que tras muchos años de empuje de la entonces productora teatral Caioa Sota buscó artistas que mantuvieran el espiritu y forma del Teatro del Puente. Así fue, y desde el año 2005 hasta hoy Francisco Ossa (42) y Freddy Araya (51) se hicieron cargo de la administración de un espacio que estaba en una suerte de abandono.
Teatro del Puente es hoy un espacio incuestionable dentro del circuito capitalino, posee dos salas, con capacidad para 79 y 132 personas, y si bien la programación está marcada por nuevas propuestas teatrales, también ha dado ¡espacio para la música y las artes visuales.

Conversamos con Ossa y Araya, ambos destacados actores de teatro, cine y televisión y desentrañamos los vaivenes de sostener un espacio que apuesta por nuevas generaciones de compañías, dramaturgos y miradas.

¿Con qué se encontraron cuando llegaron al teatro y qué perspectivas tenían?
Freddy: primero se trataba de darle continuidad a un espacio que ya se estaba instalando, era un espacio particular que estaba sobre un puente, que se salía de la norma de los espacios teatrales de la época, era menos convencional. La línea que se había instalado antes estaba centrado en algo más experimental como la obra “Ojos Rotos” (basada en el cuento homónimo de la escritora española Almudena Grandes) que era bien innovador para su época, pero teníamos que perfilarlo con una línea más clara y concreta de compañías nuevas y experimentales, que se movían en lugares más periféricos y que pudieran llegar a una sala que tuviera más equipamiento, más difusión, que tuviera visibilidad, porque además cuando lo tomamos ya había un público.

En esos años estaba el Teatro de la católica, el Teatro Nacional, galpón siete, y con excepción del Ictus, acá había actores que levantaban un espacio teatral.
-Francisco: Siempre ha sido de actores, inicialmente el diseño del espacio lo hizo Rodrigo Bazaes y después en 2005 cuando tomamos nosotros el espacio lo recuperamos junto con Javier Caraccioli que era productor también y socio de nosotros en esa época. Siempre ha sido con la mirada desde el interior, que sea una sala como la uno quisiera estar para actuar.
¿Recuerdan las primeras obras?
-Francisco: la primera fue “La leyenda de un pianista” con Álvaro Vigûeras. Cuando recién llegamos estaba medio deteriorado, con goteras y problemas eléctricos, pero nosotros queríamos darle continuidad rápido al espacio.

Pero tuvieron un tema con la municipalidad de Santiago también
-Tuvimos que resolver un tema legal con la municipalidad, por un error.

En efecto, la Municipalidad de Santiago les estaba cobrando una deuda muy alta por el pago de contribuciones y a los monumentos históricos no se les cobra, y un puente menos aún porque no usa tierra. “Cuando fuimos a una reunión con la municipalidad los abogados quedaron para atrás porque no lo sabían, el teatro estuvo a punto de irse a remate, era un error garrafal”, dice Ossa.

¿Y ustedes cómo llegan a hacerse cargo del Teatro, eran de una misma compañía?
-Freddy: Yo había conocido a María Izquierdo porque había trabajado en una obra que dieron acá mismo y a través de ella conocí a la Caioa, yo estaba estudiando gestión cultural y empecé a ayudarla en la gestión del espacio. Cuando ella se consiguió el dinero para hacer restauraciones dijo, no sigo más porque llevo muchos años dando la lucha por este teatro, era agotador para ella sola, entonces me lo propone a mí, pero yo le digo que solo jamás, y habló también con Francisco y le dijo que yo sería un buen socio y ahí dijimos que sí y francisco venia con Javier. Y ahí partimos con la primera tarea que era cumplir con requisitos de restauración, lo que nos tomó 2 años.
-Francisco: el 2008 pudimos hacer la restauracion con Sodimac (por ley de donaciones), pero antes seguimos con obras, aunque precariamente, como «La leyenda del pianista» y «Sueño con revolver» (Néstor Cantillana), eran poquitas funciones.

Era como decir, este espacio sigue existiendo…
-Freddy: Claro, era muy difícil, porque era seguir operando en un espacio que estaba muy degradado, pero las compañías que quisieron apoyar asumieron el desafío de trabajar. Nosotros queríamos mostrar sus trabajos con los costos que significaban, pero una vez nos robaron todas las cañerías de cobre, en otra oportunidad nos quedamos sin agua, porque alguien cambio el sistema de regadío del sector. Y con todos esos contratiempos hicimos esa transición. Después pusimos plata nuestra para arreglar el techo y ya teníamos las condiciones para partir, pero después vimos que teníamos que arreglar la sala, los equipos, el espacio y nos ganamos un fondo en 2010.

O sea, la recaudación de las primera obras que dieron eran para las compañías y los gastos de la sala.
-Nosotros ganamos sueldo recién el año 2013, un sueldo tipo Fondart.

¿Y qué fue lo que les dio la fuerza para perseverar en todo esto?
-Francisco: No tengo idea.
-Freddy: Tampoco lo sé.
-Francisco:…defender un espacio en realidad, no es novedoso ni antes ni ahora que los espacios teatrales se cierren, entonces fuimos porfiados no más.
-Freddy: Mi alegoría siempre fue  «Fitzcarraldo», como esa obsesión de llevar el barco hacia otro lado. Hasta el día de hoy, nunca hubo motivación de vamos a ganar plata con esto o que algún día lograremos tal cosa. Nos centramos siempre en resolver el día a día. Cuando ganamos los fondos y ya teníamos el teatro recién nos pudimos sentar a pensar en cómo formalizaríamos los procesos de desarrollo creativo, ahí definimos cuál iba a ser la línea y quedó en que (Teatro del Puente) es para compañías emergentes, de teatro experimental, de dar visibilidad a las compañías jóvenes. Lo que estaba como en el aire, lo cerramos como una línea a largo plazo de programación.

¿En la práctica cómo lo resuelven?
Freddy: desde hace 7 años se hace una convocatoria abierta, fuimos una de las primeras salas que partió como eso, dijimos organicemos esto de manera que una compañía sepa en enero que va a estrenar en octubre en tal fecha y en tal horario. La convocatoria se abre en noviembre, se reciben proyectos, generalmente llegan como cien, y convocamos un grupo de tres asesores relacionados con el teatro (los cambian todos los años), hacen una preselección, y nosotros elegimos alrededor de 12 ó 16 obras que puedan estar en cartelera durante el año. Todas las fechas que pueden quedar libres se usan para funciones especiales de obras, conciertos, lanzamientos de libros o eventos de marca, pero lo que manda es nuestra programación teatral.

Durante estos años me imagino que se han encontrado con obras que no esperaban mucho y después la rompen o algunas que tenían expectativas que no se cumplieron.
-Francisco: ¡Claro!, pero la verdad es que nosotros nunca esperamos romperla. Lo que nos importa es instalar temas de compañías. Lo interesante es que a final de año nos damos cuenta de qué se está hablando, cuáles son las problemáticas que se quieren hacer visibles. Cuando se logra eso, más allá de los números, de la cantidad de público, que es muy agradable también, pero aunque tengamos la sala llena los números nunca nos van a dar, es que se instalen los temas. El año pasado pasó por ejemplo con la obra “40 mil KM” que era una obra sobre inmigrantes y que funcionaba perfecto con lo que estaba pasando (en la sociedad) u obras como “Donde viven los bárbaros” (Compañía Bonobo) que después logran viajar por el mundo y seguir con proyectos como “Tú amarás” y ves que la compañía va creciendo.
-Freddy: Ahora hay que entender también que el teatro está enfocado como desarrollo de compañías y también de sus necesidades y cómo eso afecta en la gestión. Al principio por ejemplo, nos pasó que como teníamos mucha demanda de compañías y teníamos funciones de jueves a domingo, entonces, los viernes y sábado hacíamos doblete, y dijimos «no podemos seguir en esta lógica de estrés para las compañías y para nosotros». Entonces probamos con hacer una jornada de martes a jueves y otra de viernes a domingo. ¿martes y miércoles teatro? ¡Probemos! Eso lo empezamos a hacer en 2015, fue un desafío ¡y funcionó! Cuando una compañía tiene un buen trabajo, y a la gente le gusta, la gente va a ir igual. Hemos tenido obras que los martes llenan y los viernes no tanto. Hay otros casos como “Gladys” de Elisa Zulueta que era una apuesta con expectativas, porque con su primera obra “Pérez”, le había ido bien acá y llegó gente que nunca había venido a Teatro del Puente; fue un fenómeno de público. A Pablo Manzi también le dijimos que diera acá su obra “Amansadura”, porque nos dimos cuenta que tenía una voz bien particular de dramaturgia y dirección, y después lo invitamos para que fuera parte de la programación, como invitado especial.

Y cuando le va bien a una obra y la programación era de un mes originalmente, ¿se modifica el calendario?
-Freddy: No, se queda un mes, porque tenemos otras compañías y no podemos decirle que no pueden estrenar por otra obra. Nosotros nos comprometemos.
-Francisco: Nuestro objetivo se cumple cuando la obra es un tan buen trabajo que después tiene que presentarse en otras salas o lugares más grandes. Es como si a una compañía le fuera mal y le cortáramos la temporada. Además hay tan pocos espacios teatrales para dar a conocer lo nuevo.

Una mirada es que las compañías de teatro no son sustentables y solo se juntan actores y actrices entorno de un montaje, pero no con la línea de una compañía, ¿cómo lo ven ustedes?
-Freddy: Hay muchas compañías, pero hay un tema del interés que tiene la prensa por informar sobre lo que está pasando en el teatro. Entonces, hay muchas compañías que no tienen una difusión mediática, pero tienen un trabajo sólido con tremendo elenco, directores, diseñadores, llevan hartos años y nadie los conoce.

«Pensión o el día que cayó» está en cartelera desde el 27 de abril

¿Hay una nueva generación de compañías?
-Francisco: Si uno lo compara con los 80, hoy existen muchos más compañías que están trabajando constantemente. Hoy también hay más actores, hay más escuelas. Yo salí en 1999 entramos 25 y salimos 13. Desde el lado del Teatro, se está haciendo bien la pega con las herramientas que tenemos, pero hay una responsabilidad de la prensa de hacerse cargo de los trabajos teatrales, y eso es muy evidente.
-Freddy: En regiones está ahora por ejemplo “La Pacha Teatro” llevan como 6 años trabajando y nadie sabe de ellos.

«Anarko» se estrena el 3 de mayo. Dirigida por Soledad Gaspar escrita en conjunto con Enzo Cid. En el elenco está el actor, dramaturgo y director Roberto Cayuqueo.

¿Qué pasa con el nivel de dramaturgia?
-Freddy: De las propuestas que recibimos, yo creo que el 70% corresponde a dramaturgos jóvenes y todas las propuestas son textos nuevos que se han escrito puntualmente para ese proyecto que ellos quieren mostrar. Hoy hay mucha dramaturgia; gente que está escribiendo harto.

Pero no se conocen tampoco…
-Freddy: es que en ese caso la prensa difunde sobre la base de conceptos como “la rompe” o “el rostro”. Ahora nosotros como Teatro del Puente, tenemos una buena relación con la prensa en general y no hay problema y nuestra programación está bien cubierta y las compañías se van contentas, porque han tenido una prensa que no habían tenido antes. Cuando se quiere ver teatro actual, contemporáneo, acá es el lugar evidentemente.

¿Cuál es la riqueza de las miradas de los nuevos dramaturgos?
-Freddy: Nosotros tenemos una alianza con Volcán UC un festival de dramaturgos con alumnos de la católica y después hay puesta en escena. Lo interesante que está pasando es que se está hablando mucho de ellos mismos, desde su individualidad, desde esa intimidad, desde esa honestidad hablan de una generación. En nuestro caso la dramaturgia tuvo mucho que ver con lo que pasó en Dictadura. Hoy hablan de las relaciones virtuales, que pasa con el amor hoy día, la depresión, el estrés de un país que quiere ponerse al día como país desarrollado y no tiene las herramientas, entonces la gente se siente muy sola en esta lucha.
-Francisco: las relaciones humanas, la soledad, el tema mapuche, la educación.

¿Y cuál es el público que está llegando, es generacional?
-Francisco: sí, de todas maneras. Nuestro público es de 18 a 35 años. Es un público que por lo general tiene relación con el arte.

Las otras artes

¿Cómo se fue dando el hecho de incorporar otras áreas como artes visuales o pequeños conciertos?
-Freddy: Partimos con gente de teatro que hacía música. Fernando Milagros creo que es el mejor ejemplo. Es diseñador Teatral de la Chile y lo tuvimos acá como diseñador teatral y un día nos dijo que estaba haciendo música.
-Francisco: Y Fernando (Briones, originalmente) un día nos dijo, oye tengo un amigo que viene llegando a Chile desde Holanda y quiere tocar. Claro le dijimos, y era Nano Stern.
-Freddy: en ese tiempo estaba también Néstor Cantillana con su grupo “Maraca” y después el grupo de la Manuela Infante y después se empezó a abrir. Después viene Chinoy y nos dice que también quiere tocar acá o Javier Barría, la Camila Moreno, Gepe. Fue bien poco intencionado, pero luego hicimos un ciclo que se llamaba “El río suena”, la idea era que en paralelo a la línea teatral, hubiera bandas emergentes.

¿Se mantiene con fondos?
-Francisco: postulamos año a año, somos una institución colaboradora del Estado,
-Freddy: ése es un fondo que se formó hace algunos años con el concepto de “otras instituciones colaboradoras del Estado”. Los fondos estaban centrados en la creación, y el tema era tener una plataforma de difusión adecuada para esa creación que estaba surgiendo. Pagar cuentas, se necesita un equipo estable también. Uno postula con la posibilidad de renovar. En estricto rigor si no hay fondo nuevo, el Teatro se cierra el 31 de diciembre de 2018.

¿Nunca se ha podido logrado el apoyo de la empresa privada?
-Freddy: lo hemos intentado tanto, tanto, tanto… Una vez estuvimos celebrando porque una empresa grande estaba dispuesta a apoyar la gestión del teatro y cuando llegó el día para concretar esa empresa desapareció. Hemos estado cerca muchas veces, pero no se concreta.
-Francisco: la empresa privada es muy antigua en su forma de pensar. De la foto para afuera se instalan como muy modernas, pero lo verdaderamente moderno sería comprender el patrimonio cultural, y que éste es el único teatro en el mundo que está sobre un puente, que además es importantísimo para la cadena del teatro en Chile, que la masividad no se da en un evento puntual, sino en el año. Hoy hay 16 obras y 11 mil personas que están viendo nuevas creaciones.
-Freddy: Y está pasando otra cosa también, si una empresa tiene interés en el artem hace su propia fundación, su propio espacio. Finalmente se preguntan ¿por qué voy a aportar plata para otros espacios si lo puedo aportar en mí y mejor hago una línea curatorial de acuerdo con mis clientes?

Francisco Ossa en agosto empieza los ensayos de la obra «Geda Gabler» que se estrenará en el GAM y que produce Freddy Araya, pero hagan lo que hagan en teatro, cine o televisión, el espíritu se mueve sobre un puente.

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