Por Valeria Solís T.
Directora Mirada Maga Ediciones

El 25 de agosto, el artista chileno Alejandro Sieveking (1934) recibió el Premio Nacional de Artes de la representación y y audiovisuales 2017, la alegría cundió porque su trayectoria es implacable en el teatro local, pero otros también pensaron: «¡no es un poco tarde para alguien que es parte de los cimientos fundamentales del teatro chileno?». En fin. Lo importante es que este actor de teatro y cine, dramaturgo de piezas claves, es un roble de 84 años que a ratos parece un niño lleno de jovialidades admirables. Esta entrevista la realicé cuando reestrenó en 2011 una de sus obras emblemáticas «La mantis religiosa», una obra que entrelaza ironías y profundidas con la misma fuerza y que en esa oportunidad fuera dirigida por otra gran actriz chilena, Paulina García («Gloria»).
Recuerdo de esa conversación su honesta y alegre amabilidad, la frescura en los recuerdos y anécdotas como si me estuviera mostrando una película o un álbum de fotografías, mezclados con el ritmo de los cigarros que daban pausa a las palabras. Todo ocurría en un departamento ubicado frente al Cerro Santa Lucía, que es el hogar que habita con su mujer y compañera Bélgica Castro desde 1971. Un espacio con pinturas, cientos de libros y recuerdos que sólo provocaban la sensación (o ansiedad) de estar frente a un presente y una historia patrimonial. Aquí, esa conversación:
Escribir y actuar nacieron de la mano del imponente Alejandro Sieveking por eso hoy siente que si dejara alguno de los dos talentos podría ser su muerte creativa “no podría despegar lo uno de lo otro.

Junto a Bélgica Castro, su compañera de la vida en una escena de la película «Gatos viejos» (Silva-Peirano, 2011) que se filma en su departamento ubicado de calle Miraflores.

Creo que si uno muere morirían los dos”. Tras 16 obras de teatro escritas, entre las que destacan “Ánimas de día claro”, “Tres tristes tigres” (que Raúl Ruiz llevaría al cine a fines de los ´60) y “La remolienda”, el artista sintió que se había secado creativamente. Eran los ´90. Sin embargo, cuando cambió su máquina de escribir por un computador fluyeron otras ideas y nacieron 3 novelas. “Cuando volví a escribir teatro me pareció ¡fantástico!”, recuerda con su rostro iluminado. Actualmente escribe una obra que describe como menos social y cuyos protagonistas están inspirados en personajes de la televisión.
Recientemente ha pisado los escenarios para los montajes de la obra “Pana” (dirigida por Francisco Albornoz, ganadora de un premio Altazor, 2009), o “Cabeza de ovni”, esta última junto con Bélgica Castro: “nosotros empezamos a ser pareja en el año 56, y fue un pequeño escándalo, porque ella ya era una estrella y yo era un cabro que había pasado recién a segundo año, pero yo tenía una cierta reputación, por lo menos, a la gente del Instituto del Teatro Experimental ( de la Universidad de Chile) yo les parecía una promesa”, recuerda con alegre nostalgia.

Tras protagonizar «Invierno» de Emiliano Torres, el artista recibe en el XXV Festival de Biarritz el premio al mejor actor.(2016)

En cine ha tenido una particular generosidad con los nuevos directores como Sebastián Silva (“Gatos viejos”, Festival de cine de Valdivia en 2010) y Esteban Larraín (“La pasión de Michelangelo”), pero aclara “nosotros vamos por el proyecto; las obras no tienen edad para empezar…y con todos ha sido una delicia trabajar”.
Hoy Sieveking está contento de que tras 40 años se haya estrenado en Chile una nueva versión de una sus obras más entrañables “La Mantis religiosa” (bajo la dirección de Paulina, Pali, García), paradójicamente, con diversos y exitosos montajes en Estados Unidos. Este hecho nos lleva a profundizar en su historia personal y su visión del teatro, donde la poética y el drama se entremezclan con humor; un elemento clave en la creación pues según aclara “simplemente su ausencia es cansadora”.

“La mantis religiosa” se ha dado mucho en Estados Unidos con distintos directores y distintas miradas ¿Qué opina de eso?

-Eso es lo que tal vez me facilitó totalmente esta experiencia (el reestreno en Chile), porque he visto versiones muy distintas. En una por ejemplo, había una pila de televisores donde mostraban escenas de carabineros golpeando a manifestantes en las calles de Santiago. Fui a (ver) tres, con grandes teatros, grandes actores y directores. Era la interpretación de un texto y me empecé a acostumbrar a la idea de que tenía que ser un autor muerto y apreciar qué hallazgos tenían con la obra, más que el respeto mismo, que ya todos le tenían, se trataba de mirar qué cosa era mejor de lo que incluso había hecho yo.

Entiendo que Víctor Jara iba a dirigir “La mantis…” y no pudo…

-La primera dirección de Víctor fue con una obra mía llamada “Parecido a la felicidad”. Ocurrió que  nosotros queríamos hacer una comedia musical que se llamaba “Asuntos sofisticados”, para miíera muy fascinante, tenía música de Sergio Ortega, yo pensaba que era muy asertiva en ese momento, pero finalmente no se hizo, porque eran muchos los personajes y con Víctor veíamos que se acercaba el Festival de la escuela (Universidad de Chile), entonces él me dijo: escríbeme una obra y yo la dirijo, y yo lo primero que pensé es ¿y a éste qué le dio por dirigir? (ríe con nostalgia). Con Víctor éramos compañeros de curso, ése fue el curso más espectacular ¡que no ha habido nunca!, estaba Jaime Vadell, Víctor Jara, Sergio Urrutia. Y ahí yo escribí una obra en una semana, con cuatro actores y como la Bélgica ya era mi pareja, Víctor la llamó para que hiciera un papel.

Víctor Jara, el escenografo Sergio Zapata, la diseñadora teatral Bruna Contreras y Alejandro Sieveking

El dramaturgo recuerda que a pesar de que era su mejor amigo, se llevó una gran sorpresa al verlo dirigir: “era súper inteligente, una inteligencia que nunca había visto, porque como actor tenía limitaciones, como todos. Fue un trabajo fuerte de un mes de ensayo de mañana y tarde para alcanzar a llegar al festival y resultó tan bien, ¡tan bien! y sobre todo gracias a la dirección que tuvo la obra. Él era extraordinariamente encantador como director, suave, comprensivo y muy, muy divertido. Después, debido al éxito que tuvo la obra, la misma escuela llevó el montaje a Buenos Aires y allá lo hicimos en televisión y cuando la vieron creían que era una película italiana”.
La obra, según cuenta, logró tal notoriedad internacional que hicieron una gira durante 8 meses por toda Latinoamérica. “…¡fue una locura!, pero Víctor (a mitad de la gira) se devolvió para estudiar dirección teatral y eso lo tenía que concretar en dos años, finalmente la obra de graduación que eligió fue “Ánimas de día claro”. Esa obra yo se la había escrito a Bélgica, es un retrato de ella, y después Víctor dirigió “La remolienda”. Cada vez que estrenábamos nos iba fantástico.

El grupo de la escuela egresa de teatro en 1960 y Víctor Jara como director de teatro dos años después. Otro recuerdo imborrable, que tiene más sentido en futuro que en presente, es que fue el actor Nelson Villagra (“El chacal de Nahueltoro”), quien le enseñó a Jara tocar guitarra (1959). «Cuando andábamos en gira con las obras, Víctor tocaba siempre 3 cuecas. Era espectacular”.

¿Cuál fue el proceso de la obra “La mantis”?

-La escribí en un acto el año 1966 para un programa de televisión que se llamaba “La historia de los lunes” con un elenco espectacular: Ana González, Jaime Vadell, Tennyson Ferrada, Nelson Villagra, Delfina Guzmán. Cada lunes era un autor chileno distinto, estábamos en el apogeo de los dramaturgos (María Asunción Requena, Jorge Díaz, Egon Wolf, Sergio Vodanovic), entonces escribí “La Mantis”, pero dije la voy a desarrollar más y la di por terminada en 1968. En esos años me ganaba la vida como guionista de televisión, fueron años muy agitados a nivel creativo.
El artista y Bélgica Castro fueron invitados a una gira por Europa durante ocho meses con la obra de Jaime Silva: “El evangelio según san Jaime” y al volver tuvieron la idea de replicar un teatro “a la checoslovaca”, él lo explica así: “son teatros pequeños donde haces grandes obras, pero sin decorado, pero con elementos muy sugerentes, más minimalista”. De ahí nacería la compañía y el teatro, que integrarían junto con Ana González.

“El grupo se decidió por “La Mantis” y llamamos a Víctor, pero en el año 1971 ´él estaba demasiado metido en las campañas políticas y en muchas giras al exterior (como musico) y me dijo que tenía que ser después, entonces pensé: «conozco su sistema de dirección, no tendré su talento, pero…finalmente la dirigí yo mismo». Ese día fue el estreno del teatro “El ángel”.

Escena del montaje «La mantis…»

Sieveking aclara que siempre se alejó de lo que se esperaba de él política y creativamente, porque lo importante era que las obras trascendieran en el tiempo.

La mantis

La obra relata la historia de tres hermanas, que viven con un padre alcohólico y soñador, quien añora la presencia de una cuarta hija que se encuentra oculta detrás de una puerta; de ella se sabe por sus quejidos o gritos, los cuales se manifiestan con más fuerza cuando la más atractiva de las hermanas decide invitar a un pretendiente a la casa.

Entonces pregunto a Alejandro Sieveking:

El gran misterio de la obra parece ser qué hay detrás de la puerta…
-Veníamos de la muerte de los Kennedy, de Martin Luther King, es decir, sólo gente que estaba tratando de entender el mundo. Ésa fue la idea elemental de la obra. Lo escondido no es tan atroz como se dice. No era una obra que quisiera dictar cátedra de nada. Los personajes de las hermanas, por ejemplo,representan la mentalidad de la clase media, son muy distintas entre sí, pero con un pensamiento común que está dirigido a vivir como se vivía antes, es decir, cuando las cosas estaban aparentemente quietas. Recuerdo que el personaje que hacía la Bélgica, era una especie de actriz de los años 30, que estaba convencida de ser un personaje terriblemente misterioso e intelectual. Finalmente todas los montajes tienen acentos distintos.

*Parte de esta conversación fue publicada en 2011 en Revista La Panera.

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